Crónicas levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

Ancho y ajeno

LAS chirigotas ilegales vuelven esta noche al barrio del Pópulo, que es romano en sus cimientos y hasta en su apariencia. Cádiz no tiene feria porque no hay ganado, pero está de fiesta todo el verano, aunque las ilegales, que son más decentes que las oficiales, se enfadaron con Teófila Martínez hace tres años y se exiliaron en Puerto Real, la pequeña Habana de la Bahía. Tanto en Puerto Real como en Cádiz gobierna ahora Podemos; en la primera el Rori y en la capital el Kichi, que a mi modo de ver representa una vía no explorada por su partido: la del indigenismo. Errejón, que se formó en la Bolivia de Evo Morales, debe prestar atención. A saber:

Cádiz celebra este fin de semana su fiesta grande del verano: chirigotas en el casco antiguo, fútbol en el Carranza y barbacoas en la playa. Oí al alcalde, José María González, cómo presentaba el Trofeo Carranza de este año y, tal como cuenta un amigo, hay que concluir que durante 20 años hemos tenido una alcaldesa que no era de Cádiz, sino de Santander y que vive en El Puerto. Kichi muere con Pepe Mejías y Juan José, relata y recuerda los goles que nos llevaron un día a Primera y confía en la dialéctica fondo norte-fondo sur más que en la marxista; Kichi es de los Callejones y vivió su infancia y juventud cerca de la calle Circo, que es el templo cerrado de los cuartetos más sinvergüenzas de la ciudad; Kichi es comparsista de la tríada revolucionaria (Martínez Ares, Bienvenido y Aragón) y se espera con fervor su primer decreto de prohibición del concurso de ninfas.

Kichi, como explica otro amigo, digamos que R. R., es un indígena de Cádiz, un representante de La Viña, barrio que ha visto durante siglos cómo otros gobernaban la ciudad a la que, sin embargo, ha terminado por dar su sello. Puertatierra es ancha y ajena. Tendrían que leer a Ciro Alegría para comprenderlo. La burguesía gaditana se marchó en los setenta a El Puerto, y ahora juega al croquet -no confundir con el croqueteo-, según leo en el Diario a Ignacio Casas de Ciria, así que en Cádiz se han quedado los del Manteca, en La Viña, y los de la Marea, en el Paseo, aunque muchas veces están rebujaos. Kichi es un indígena pata negra, por eso cuando debe comprarse una chaqueta se va a Eutimio y no a El Corte Inglés, y cuando los izquierdistas le critican por aceptar la medalla del Nazareno, él responde que muchos de sus votantes llevan tatuado a ese Jesús en el pecho. Kichi es nuestro. Muero por escuchar esta noche las primeras coplas, en el Pópulo.

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