El duende del Realejo

joaquín a. abras santiago

Andar para atrás

En 50 años se ha desmantelado toda una red tranviaria para volver a intentar establecer el mismo sistema de transporte

No conozco ninguna ciudad, salvo Granada, que, en un plazo de cincuenta años, escasamente, se haya permitido el disparate de desmantelar toda una red tranviaria, con centenares de kilómetros, o más, para luego volver a intentar establecer el mismo sistema de transporte.

Así es, una red tranviaria que transcurría, por ejemplo, desde Pinos Puente hasta Dúrcal por Padul y que atravesaba la Vega desde la metrópolis hasta Huétor Tájar o ascendía por las laderas de Sierra Nevada, pudiéndose avistar un portfolio paisajístico verdaderamente único, hasta las alturas de Güéjar Sierra y más allá. Una red que unía con Granada y entre si a Chauchina o Santa Fe, Armilla o Alhendín, La Zubia o Huétor Vega. Un sistema tranviario que atravesaba la ciudad y la Vega de norte a sur y de este a oeste y en varios círculos interiores y exteriores, de forma y manera que cualquier persona, se podía trasladar con enorme facilidad y frecuencia deseada al punto que quisiese.

Me han venido estas reflexiones a la memoria al encontrar, dentro de una antigua petaca tabaquera que perteneció a mi padre, una colección de billetes de aquellos antiguos tranvías, con numeración capicúa, impresos en fino papel de seda y que intitulaba una compañía que se denominaba "Tranvías de Granada S.A.".

Aquello había sido fruto del mucho azúcar que se sacaba de la Vega Granadina, cuyas toneladas de remolacha permitieron a un buen puñado de agricultores hacerse ricos, así, literalmente, se hicieron ricos, nuevos ricos, algunos destrozaron el casco antiguo central del urbanismo de Granada y otros se convirtieron en verdaderos próceres de su tierra formando distintas compañías, como ésta de que hablamos y que fundara don Julio Quesada Cañaveral y Piédrola, duque de San Pedro de Galatino, con dinero privado y lanzaron a Granada hacia la modernidad y el progreso de cuyas vías, muy lamentablemente, hubo de descarrilar luego.

Hoy se ha vuelto a instalar el tranvía, uno que es casi de juguete en comparación de distancias y número de coches. Une pocos pueblos, ha costado en tiempo y en dinero tres veces más de lo previsto y el billete, dicen, no cubre un tercio del valor real del servicio que se presta, el resto, lo que falta, alguien lo debe de estar pagando, con dinero público, desde luego. Pero no se ha dicho. Y lo que no se dice, no se sabe. Para mí que todo esto, visto en la distancia del tiempo, es andar para atrás. ¿O no?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios