Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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'Anfetarrimas'

Estoy dispuesto a dejar mi adicción a Unamuno en cuanto los políticos cumplan, al menos, el 3% de sus promesas

Espero que lo que me ha dado con Unamuno me dure menos que la racha de malos gobiernos que venimos soportando. Prometo que, en cuanto los gobernantes cumplan tan sólo un 3% de sus promesas electorales, yo lo dejo. De verdad, que yo controlo, que me quito de Unamuno y de mi adicción, casi anfetamínica, a este poeta, de un día para otro, radicalmente, y me pongo a comentar a y a leer a Campoamor o a Zorrilla. Aunque también me tira mucho la Canción del pirata de Espronceda. La expliqué en 1979 en el Instituto Padre Suárez, contraponiéndola a La Internacional. Porque, mientras que la Canción del pirata era un canto a la libertad individual, insolidaria, romántica, pequeño burguesa e individualista, LaInternacional me parecía un himno solidario, una llamada poderosa a la insurrección de los proletarios (la clase que iba a cambiar las bases del mundo), un clamoroso mandato para que el género humano no descansara hasta darle la vuelta a la tortilla: "Basta ya de tutela odiosa, / que la igualdad ley ha de ser,/no más deberes sin derechos, /ningún derecho sin deber. /Agrupémonos todos, / en la lucha final. / El género humano / es la internacional". Recuerdo que el jefe del Departamento de Literatura, cuando terminé la charla, se me acercó, conmocionado, más que emocionado, y me soltó: "¡Te habrás quedado descansando!". Le había impactado la comparanza. Bueno, no se preocupen, si no es Espronceda, ya encontraré alguna rima que les conmueva. Por ahora, y después de la película de Amenábar, sigo muy rayado con Unamuno. Les cuento: invitado por caritativas señoras que quieren sacarme de mi aislamiento solipsista, me vi la otra mañana contemplando la muralla zirí desde el mirador del palacio Dar al-Horra, en el Albaicín. La mañana era hermosa. Comprendí por qué han pasado por Granada tantos pueblos y por qué no se han querido ir de aquí. Enfrente: la Alhambra, la Sierra. Nos extasiamos con la vista. Entonces, el poeta José Carlos Rosales nos leyó un poema que Unamuno escribió en 1930, después de visitar la ciudad. En él, don Miguel pedía esto: "Con el cante jondo, gitano, / tienes que arrasar la Alhambra; / no le hacen falta a la Zambra / palacios hechos a mano". ¡La Alhambra, un estorbo para disfrutar de las esencias de la ciudad! De las cuevas frescas, del sol, del cielo, de la Vega. Sorprendente.

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