Por si acaso

Pablo Gutiérrez-Alviz

Animal de bellota

EL hombre como medida de todas las cosas" era una afirmación repetida en los tiempos más brillantes de la Historia del Pensamiento. Ahora cualquier ignorante la tacharía de machista al no mencionar a las mujeres, por ejemplo. Desde el punto de vista filosófico, dicho aserto tiene distintos significados, pero conviene adoptar el más cabal: la referencia a la Humanidad, a todo el género humano. Leonardo da Vinci contempló al hombre (de Vitruvio) como centro del Universo.

El ser humano siempre se ha auxiliado de los demás seres vivos (perros, caballos, cerdos...), con los que ha llegado a entablar grandes relaciones de afecto, a veces muy ridículas, y no dejaban de contarse como excentricidades o manías de perturbados. En los últimos tiempos, parece que el amor extremo por los animales se ha disparado de tal manera que la persona ya no sería la referencia del orden natural. Hemos pasado del humanismo al animalismo, que se plantea como una original religión progre, ecologista, vegetariana y, relativamente, pacífica.

La semana pasada con motivo de los Sanfermines y de la desgraciada muerte del torero Barrio, el fundamentalismo animalista ha alcanzado nuevas cotas de maldad. Entre los animales de bellota que insultaron al difunto torero destaca una enfermera de Madrid que, además de calificar a Barrio como un mierda, lamenta que antes de su mortal cogida no lo hubieran "lanceado, picado y clavado las banderillas antes de meterle una espada por la espina dorsal como hacía él...": una bestialidad.

Los animalistas suelen abusar de las redes sociales, están obsesionados con la tauromaquia y parecen que son muchos, pero su partido, el PACMA, no llega a representar a más del 0,8% del electorado. Curiosamente, sin respetar mis datos personales, desde el pasado 11 de julio no paro de recibir correos de este grupo político y de "Animanaturalis" tratándome como si fuera uno de sus mayores adeptos. Un correo contiene una patética carta dirigida a Aperador, el último toro lidiado en las Fiestas de Pamplona. Y trata a este bóvido como si fuera una persona, despidiéndolo con un mayúsculo "QEPD".

La legislación vigente respeta el reino animal y, aunque sea mejorable, siempre debe estar basada en que el hombre es la medida de todas las cosas. Me temo que un animalista riguroso antepondría el cerdo al hombre y nos quitaría hasta del jamón serrano. Tiempo al tiempo.

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