Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

¿Año nuevo?

En esto de la seguridad nacional seguro que nos mienten por sistema. Ya se sabe que ojos que no ven…

Tras la resaca de las uvas y del champán, ayer, día de año nuevo, como siempre, me levanté con la Marcha Radetzky -este año con Gustavo Dudamel, auténtico doble de Boris Izaguirre, como director de la Filarmónica de Viena- en la creencia de que iba a ser un primero de enero como cualquier otro, con las campanadas como protagonistas, los primeros nacimientos del 2017, los primeros chapuzones, el frío y la ya reiterada noticia de la subida anual de los carburantes, el gas, el teléfono, internet, el alcohol, el tabaco, y hasta del 'catastrazo' que prepara el Gobierno con la subida del IBI en 1.900 municipios.

Pero el impacto del terrible atentado de Estambul me ha devuelto a la realidad de que todo sigue como en 2016, con el azote terrorista como gran protagonista de un mundo convulso en el que los ciudadanos de a pie han pasado a convertirse en objetivo directo de quienes abrazan al terror como bandera.

Y en este panorama de auténtico peligro potencial, aunque es cierto que la población no puede vivir con miedo, las medidas de seguridad deben extremarse sin cortapisas por los gobiernos, sin que ello suponga tener que entrar en el trasnochado debate de libertad versus seguridad en el que los progres de turno pretenden hacernos caer. No en vano hasta la progre-podemita Carmena ha sumado a Madrid a las capitales europeas que han extremado las medidas de seguridad para las celebraciones de Navidad y año nuevo, sumando a un gran despliegue policial la colocación de bolardos y maceteros en las zonas peatonales del centro comercial.

Los tiempos han cambiado y ahora que Europa se ha convertido en la certera diana del terror, no dudo de que la mayoría de los ciudadanos europeos preferimos perder ciertas cotas de libertad en pro de mayores controles policiales que garanticen nuestra seguridad en la medida de lo posible.

No obstante, sorprende el grado de confianza habitual de nuestro Ministerio del Interior en estos menesteres, manteniendo por norma el nivel de alerta antiterrorista en 4, pese a los últimos atentados, y cuyo despliegue policial en nada se asemeja a la seguridad que se palpa en Roma, París, Berlín o Bruselas. Puede ser que nos digan una cosa -para no escandalizar a los podemitas o a los antisistema- y que realmente la seguridad sea mucho más intensa, pero, si es así, excepto en eventos y momentos específicos, no lo parece. Y mientras, califican por sistema de bulos a las alertas en las redes sociales sobre inminentes atentados en España, cuando seguro que la policía los aborta de continuo. En fin, que en esto de la seguridad nacional seguro que nos mienten por sistema. Ya se sabe que ojos que no ven…

Pero, entre tanto, en la ciudadanía continuará el dilema sobre si debemos o no de dejar de ir a los centros comerciales, a los cines, a las salas de fiestas, al teatro… cuando si la seguridad fuera mayor por norma y no puntualmente, o se notara una mayor presencia policial de manera continuada, quizás no tendríamos ni tan siquiera que plantearnos estas cuestiones.

En este clima de riesgo real que seguro que continuará en 2017, el Gobierno y el Ministerio del Interior tienen la obligación de velar por la efectiva seguridad de los ciudadanos, y no sólo por aquello de más vale prevenir…, sino porque vivir con tranquilidad debe de convertirse en un derecho fundamental prioritario de todo ciudadano. De todas formas, feliz año nuevo…

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