la chauna

José Torrente / Www.lachaunadecullar. Blogspot.com

Añoranzas socialistas

ALLÍ estaban en Madrid, como si el tiempo de gobierno que pasaron fabricando parados no hubiera logrado hacer huella en sus rostros. Como si cada puro habano fumado de intemperada manera no les marcara el rostro de la caradura, abierta en canal hacia la insolvencia más demostrada. Como si contar nubes dormitando en cómoda hamaca no les envejeciera, ni siquiera les alterara el ánimo saber que su lío ideológico territorial, de color rojigualdo, casi violeta, nos tiene hoy como nos tiene.

En aquel acto, su fracaso entre parados de larga duración y desempleados de nuevo cuño no fue advertido en ningún momento. Quizá porque iba de homenajes la cosa, y no era cuestión de meter el dedo en la llaga que los tiene postrados en la derrota, elección tras elección. Autistas de sí mismos, se autoalinearon con la imprescindibilidad de su existencia para arreglar lo que ellos llaman el futuro, que es parecido al que nos prometieron hace muchos años bajo el eslogan del cambio, y fíjense cuánto paro lo adorna. Nos traen el vintage de la funesta fiesta de sus ególatras añoranzas, rememorando la vieja estampa del ayer, con incrustaciones cromáticas del hoy. Es el conservadurismo del progre cañí, elevado a la potencia más Bibi del término.

Reunieron a los más dilectos frutos del cava de políticos socialistas de la moderna etapa democrática española. Allí estaba, junto a ellos, su conciencia, que no destilaba rémora alguna por los diez millones de parados que acreditan en el inventario de sus gobiernos. Y la calle les gritaba en silencio: miradnos a los ojos y decidnos si lo del expolio de Caja Castilla-La Mancha lo hizo un socialista que venía de pedir la horca y la hoguera para Mariano Rubio; decidnos si la cal viva que enterraron junto a dos etarras fue un invento periodístico para afear la lucha contra ETA; decidnos si Barrionuevo, Corcuera y su secretario de estado Vera, fueron condenados por el uso indebido de los fondos reservados; decidnos si Felipe no era aquel que fue a la cárcel de Guadalajara acompañando silente a sus condenados ministros; contadnos si lo del expolio de las arcas navarras fue un acto de reivindicación nacional perpetrado por el socialista y condenado Urralburu; decidnos el título que acreditó Roldán para dirigir la Guardia Civil y robar el dinero de sus huérfanos; queremos saber si los amigos de Juan Guerra tenían entrada en el Palacio de Congresos; explicadnos por qué sólo un director general de los ERE andaluces es el pardillo oficial, el único golfo marcado por trincón del cebado presupuesto andaluz.

No pedirán disculpas por la corrupción que les ahorcó entonces y les asfixia hoy. Ni serán tan audaces para hacer autocrítica sobre la política de empleo que impusieron, que tanto desempleo trajo, y que desilusionó a tantos como les votaron. Ellos, con sus añoranzas socialistas, siguen más a lo suyo, que, cada vez, es menos lo de la gente buena.

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