Mirada alrededor

Juan José Ruiz / Molinero

Antipatriotas

EN los últimos tiempos vengo observando la facilidad con la que los dirigentes políticos utilizan la palabra antipatriota para los que no están de acuerdo con sus tesis. Como veterano seguidor de la vida española, la verdad es que me preocupa esta frivolidad, porque conceptos patria y anti tienen un tufo verdaderamente torticero en nuestra convulsa historia. Lean lo que decía, entre otros, Mariano José de Larra, del que hace poco escribía sobre la actualidad de algunas de sus expresiones periodísticas, con motivo del bicentenario de su nacimiento. Aquí, por desgracia, la patria ha sido como un muñeco de trapo que cada uno ha pretendido apropiárselo, tirando de sus extremidades, de su cabeza, de su tronco, hasta desconyuntarlo, sin percibir nunca el dolor del pobre corazón del juguete así maltratado. Para qué hablar de lo que los vencedores, hace setenta años, de aquella fraticida guerra incivil, consideraban como patria y patriotas, olvidándose de la patria de los vencidos, de los asesinados, de los exiliados. Larra, como recordaba hace poco, en su imaginaria visita a un cementerio, leía el célebre epitafio: "Aquí yace media España; murió de la otra media".

No vivimos, por fortuna, tiempos tan agitados. Pero, por eso mismo, deberíamos tener mucho cuidado en el manejo de estos calificativos. Ya escribí una mirada cuando Zapatero tachó de "antipatriotas" a los que hablaban de crisis, cuando lo correcto, según él, era decir "desaceleración". Los otros días escuché al jefe de la oposición, Mariano Rajoy, incluir este concepto de antipatriota, en su moderada comparecencia ante las preguntas de los ciudadanos, como justificación de no apoyar las medidas del Gobierno. Pocos días después, el portavoz del PSOE, José Antonio Alonso, tachó de "antipatriotas" a los que dudaran de la fortaleza del sistema financiero español.

Por desgracia, muchos de nuestros políticos tienen todavía un bajo concepto de lo que es o debe ser patriotismo, sobre todo en una sociedad libre y democrática. Yo podría decir ahora mismo que son 'antipatriotas' los que no están de acuerdo con esta columna. Y ellos me podrían tachar de lo mismo. Antipatriotas podrían ser quienes no consumieran, exclusivamente, productos españoles, no comiesen sólo conejos, como recomendaba Solbes, o admiraran a los Beatles, en vez de a Manolo Escobar. Así podríamos estar enzarzados, hasta la eternidad, en la colocación de etiquetas a los españolitos, cosa, por otra parte, demasiado vieja y, a veces, dramática.

La Patria es una cosa muy seria y no debería utilizarse su nombre en vano. Lean, que no les vendrá mal, los versos de Miguel Hernández dedicados a la patria de todos, y no la que cada uno lleva en su cabeza, en su mochila o en su cartera.

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