Res Pública

José Antonio Montilla

montilla@ugr.es

Antipolítica

La política no es el debate de los medios, sino la atención médica, la cuota del autónomo o la ayuda a domicilio

Las elecciones italianas de otoño pueden suponer un nuevo triunfo de la antipolítica en el peor momento para Europa. Ha sido el gran nutriente del Movimiento Cinco Estrellas y también anima a los ahora favoritos Hermanos de Italia que, además, son neofascistas, es decir, el cóctel completo.

Los mensajes simples de la antipolítica se difunden muy rápido a través de las redes. "Todos los políticos son iguales" o "da una patada en el culo a los políticos" son mensajes que calan en la ciudadanía porque, además, proceden de cualquier tipo de emisor, en muchos casos con fácil acceso a los medios por ser un deportista o un showman. Aunque a menudo ellos no lo saben, están colaborando en una estrategia que otros han preparado, con unos objetivos obviamente políticos. En el inquietante libro La luz que se apaga, Krastev y Holmes cuentan cómo la Rusia de Putin lleva decenios atacando las bases de las democracias occidentales mediante técnicas publicitarias con las que, de forma subliminal, se pretende agudizar la polarización y la ingobernabilidad, en definitiva, el hartazgo de la ciudadanía.

El objetivo de los mensajes antipolíticos no es el cambio de voto sino medrar la confianza en la política democrática y que la gente no vote. Cuando la empresa Cambridge Analytica enviaba millones de mensajes a electores norteamericanos no era para que votaran a Trump sino para que no votaran. Y, sin duda, lo están consiguiendo. La abstención es cada vez más elevada, especialmente entre los jóvenes y en rentas más bajas. En las recientes legislativas francesas, la abstención de los jóvenes ha sido del 75% o en las elecciones andaluzas se ha advertido una llamativa correlación entre mayor abstención y menor nivel de renta.

Debemos ser conscientes del riesgo que esto supone para la propia democracia y reaccionar. En ese sentido, la democracia representativa debe ser más participativa y más transparente. Precisamente en los sitios en los que menos se vota hay que desarrollar prácticas participativas, con la intervención de la ciudadanía en la toma de decisiones que les afectan directamente. Se trata de mostrar con hechos que la política no es el debate vociferante que llega a través de los medios sino la atención médica que se presta, la cuota del autónomo, el funcionamiento de la ayuda a domicilio o la apertura del comedor escolar. Pero, a su vez, también debe trasladarse el nítido mensaje de que quien se aparta del proceso político no está legitimado para reclamar. El aforismo jurídico solve et repete (paga y luego reclama) se puede trasladar a la política con un vota y luego reclama.

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