Aplausos compartidos

Antes éramos unos desconocidos celados años de ignoracncia y ahora somos como de la familia

He descubierto un vecino que toca maravillosamente la trompeta, a otro que tiene un equipo de música fenomenal con el que nos deleita con canciones de ánimo, aparte de lanzar al aire los sones del himno nacional. Nos saludamos en la distancia cada vez que salimos a los balcones, al igual que todas las familias que aplauden la enorme labor que realizan los sanitarios para que superemos esta crisis. Hasta hace poco los aplausos discurrían casi en oscuridad pero con el cambio de hora ya nos vemos. Algunos saltan, otros encienden sus móviles y los agitan, otros se saludan. Y veo a la familia que decoró su balcón con globos y con carteles: "Todo va a salir bien, Queremos a los médicos y enfermeras. Gracias vecinos". Hasta antes de ayer todos éramos unos desconocidos celados tras ventanas, persianas, toldos y visillos, años de ignorancia; y ahora son como de la familia.

Como de la familia son las cajeras de los supermercados a los que voy, de la familia es el quiosquero que me vende este diario cada día, y todos los comerciantes que pueden mantener abiertos sus negocios para que podamos llenar la despensa o comprar un fármaco. Siento como de la familia a todos aquellos que tienen sus negocios cerrados y ven como su liquidez mengua cada día; son como de la familia todos mis estudiantes que viven en la incertidumbre de un curso que puede quedar truncado; son como de la familia todos los opositores que no saben si podrán optar al concurso que llevan años preparando; son como de una familia todos los compañeros de trabajo a los que no puedo ver nada más que compartiendo algún mensaje de ánimo por el WhatsApp.

Aplaudamos para reconfortar, en lo posible, a todos los que han perdido a un familiar o amigo y ni siquiera lo han podido despedir. Aplaudamos a los que tienen que vivir en soledad esta situación. Aplaudamos para animar a las familias separadas que viven con angustia la salud de los que están lejos. Aplaudamos para entender cómo se las arreglan las familias con niños que no tienen ordenador para seguir el curso. Aplaudamos para impulsar a los maestros y profesores que ningún gobierno ni ninguna ley de educación les preparó para trabajar desde casa en las actuales condiciones. Aplaudámonos en el hogar que compartimos con los que más queremos y tenemos la suerte de poder abrazar.

Vale.

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