Apoyar lo rural

Las instituciones deben evitar el deterioro o desaparición de servicios como correos, banca, sanidad o educación

Hace ya tiempo que se comienza a tener conciencia de la problemática que presenta el mundo rural en el que se aprecia un vaciado de servicios públicos y una continua desaparición de comercios, locales o de la oferta lúdica y cultural.

La dinámica social que desde hace muchos años nos lleva de manera imparable hacia la globalización económica, cultural y social, actúa como un imán irresistible capaz de atraer los flujos de población y económicos hacia las grandes ciudades. Si hacemos una mirada retrospectiva alzando la vista 20 y 40 años atrás, se puede apreciar el vaciado continuo de cientos de municipios españoles que nos ha situado en lo que se ha venido a llamar 'el fenómeno de la España vaciada'.

Mi opinión es que estamos ante un fenómeno prácticamente imparable; es una especie de tsunami social ante el que va a ser tremendamente difícil articular medidas que sean capaces de frenar esta dinámica. Ello no quiere decir que no se puedan y se deban articular respuestas que minimicen los efectos que se sufren el medio rural causados por el vaciamiento que padece.

Es evidente que las instituciones públicas se deben volcar para asegurar respuestas válidas a las necesidades de la sociedad rural evitando el adelgazamiento, el deterioro o la desaparición de servicios como (por ejemplo) correos, la banca, la sanidad o la educación.

Y es por eso que son de aplaudir las iniciativas de Correos, diversas Diputaciones o algunas universidades que desarrollan proyectos de adaptación de los servicios a la dinámica rural, aprovechando por ejemplo las oportunidades que nos ofrecen las tecnologías digitales.

Se hacen necesarios más y más proyectos que potencien la oferta de servicios en el mundo rural incentivando todos aquellos aspectos que hagan atractivo el trabajo en nuestros pueblos, ya que ello puede contribuir a generar los requisitos necesarios para facilitar el asentamiento de las familias en el territorio rural.

De no caminar en esa dirección, se consolidará una España dual en la que lo rural será sinónimo de desigualdad respecto a lo urbano. Quizás por eso, comienza a cobrar fuerza la idea de un frente electoral común que puede erosionar las posibilidades electorales de los grandes partidos.

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