Casi a la velocidad de un relámpago se ha pasado el verano. Con lo que se ansía su entrada, y lo corto que se hace. El síndrome postvacacional es ese proceso de difícil asimilación de la vuelta a la rutina. Dicen los expertos que para hacerlo más llevadero es recomendable espaciar el periodo entre la vuelta del destino estival y la reincorporación al trabajo o, por ejemplo, salir a la calle e ir cogiendo ritmo de ciudad mientras toca volver a lo de siempre. Como esta joven. Sol, sí; pero también sombrero para ir acostumbrándose. Aprovecha que se acaba. Pero tranquila, que pasa volando. Ya queda menos para el siguiente.

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