La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Aprovechemos el ejemplo moral

El mejor aplauso a quienes llamamos héroes es hacer lo posible por actuar como ellos

Es tan fácil aplaudir a los héroes que luchan en el frente de la salud y la seguridad pública, y con ellos a esos otros héroes que luchan al volante de sus camiones, detrás de los mostradores y las cajas registradoras de tiendas de alimentación y farmacias, cultivando y recogiendo frutas y verduras, ordeñando, haciendo el pan nuestro de cada día, recogiendo basuras, atendiendo a dependientes, escribiendo, imprimiendo, distribuyendo y vendiendo periódicos, llevando la voz humana -no sólo las noticias: la voz que acompaña soledades- a los confinamientos… Es tan fácil, decía, aplaudirlos como difícil es seguir su ejemplo y evitar pensar que el peso de sacar esto adelante recae solo sobre ellos. Todos, en mayor o menor medida, con mayor o menor repercusión, tenemos algo que hacer para ayudar.

Aunque el miserable y el mediocre sean incapaces de admirar -"la mediocridad consiste en estar ante la grandeza y no reconocerla", escribió Chesterton-, para la mayoría que afortunadamente no es ni miserable ni mediocre (o no quiere serlo y lucha contra ello) admirar es tan fácil como difícil es hacer lo que hacen aquellos a quienes se admira. Pero el ejemplo moral -como tan luminosamente ha estudiado Javier Gomá Lanzón en una tetralogía sobre la ejemplaridad que creo imprescindible- debe producir en los demás un efecto civilizador haciéndoles mejores.

El mejor aplauso a quienes llamamos héroes es hacer lo posible, no sólo en estos días de crisis sino siempre, por actuar como ellos. Aunque hay casos de cobardes que se convierten en héroes ante una situación límite -acudo al cine: El general Della Rovere de Rossellini, la tienen en Youtube en VO- al igual que hay quienes se tienen por héroes para descubrir cuando la realidad les pone a prueba que son cobardes -acudo a la literatura: Lord Jim de Conrad-, lo normal es que quien se muestra como héroe en circunstancias excepcionales haya cultivado su virtud día a día. La vida cotidiana está llena de héroes invisibles que tragedias como esta hacen visibles. Y este hacer visible al anónimo héroe cotidiano, al virtuoso que ha ejercitado su virtud, es lo único bueno que aporta esta tragedia. La lección se paga a un precio tan alto en dolor y vidas que sería una estupidez y una canallada no aprovecharla. Como ha dicho Emilio Lledó, "ojalá el virus nos haga salir de la caverna, la oscuridad y las sombras".

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