Aristu, certeramente incómodo

La relectura de 'El oficio de resistir' ilumina ante tanta brocha gorda y tanta reinterpretación del pasado, por reciente que sea

En la despedida de Juan Bosco Díaz-Urmeneta, Carlos Aristu -hoy secretario general de Comisiones Obreras de Sevilla- contó cómo el crítico de arte, y tantas otras cosas, lo definía cuando siendo un chaval embestía contra él y su mujer en encuentros de amigos: "Este niño es incómodo pero certero". Una definición, travesuras infantiles aparte, que calca no ya al hijo sino al padre. Javier, nuestro primer Aristu sevillano, compañero de correrías antifranquistas y demócratas del citado, es exactamente eso: un personaje exquisitamente incómodo y afortunadamente certero.

Agosto llama a la relectura. Al menos a mí. Todos los años escojo un libro leído hace años, cuando yo era otra. Suele ser un clasicazo, a veces iluminado por nuevas traducciones que lo redescubren, como la de Isabel García Adánez de La montaña mágica de Mann (2005, Edhasa), que en su día me pareció un tostón de efecto Dormidina y, redescubierto, me llenó de aire los pulmones y de emociones la cabeza. O La regenta o cuentos de Borges y Cortázar, siempre nuevos con cada lectura renovada. Este verano he decidido volver a la Historia reciente, tal vez para comprobar que algunos irresponsables que tienen acceso a la opinión pública no la han leído nunca. Ahí, en la Historia comentada y en primera persona, es donde me he reencontrado (bibliográficamente) con Javier Aristu. El oficio de resistir, publicado en 2017 por la imprescindible Comares, es una mirada al antifranquismo de los años sesenta en Andalucía y en España, contado desde la propia experiencia, aunque no en modo autobiográfico sino más bien como testigo activo de lo que otros hicieron y escribieron. La época es apasionante porque nos cuenta a todos, incluso a los que nacieron después y se construyeron desde esos cimientos. Aristu parte de textos de otros -como las crónicas de Rossana Rossanda o Alfonso Carlos Comín- y también de recuerdos y reencuentros con algunos de los que como él lo vivieron. A pesar de que no hace tanto de su edición y de que por amistad y otros lances conozco bien este espléndido libro, su relectura me ha vuelto a iluminar ante tanta brocha gorda y tanta reinterpretación del pasado por reciente que sea. Profesor de literatura, concejal, secretario general del PCE, Javier Aristu es, por encima de todo, un activista ilustrado o un ilustrado de acción, lo que ustedes prefieran. Anda terminando otro libro que, seguro, nos dará luz a todos: la Sevilla de los cincuenta a los setenta, los supervivientes en y contra la dictadura. Termínalo pronto, Aristu, que necesitamos tu ironía rigurosa para, si no la verdad -esa tautología-, saber reconocer la falsedad de algunas historias de la Historia.

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