la chauna

José Torrente / Www.lachaunadecullar. Blogspot.com

Armilla

HASTA entonces habían cerrado aquel noble pueblo con los siete cerrojos de su izquierdista canto. Secuestraron el interés general a la sombra del olivo que más calentaba sus escaños. Y creyeron que era solo suyo, que eso de gobernar no merecía recambio. Habían hecho de aquella municipalidad la referencia de unos negocios privados, la base sobre la que vender progreso, pero para ingresarlo solo unos cuantos.

Al amparo de la democracia nos quisieron construir un nuevo estilo, una nueva forma de gobierno consistente en gastar sin recato, en endeudarse sin sonrojo. Ya vendría después quien usase el desacomodo para resolver el infinito gasto desacompasado por tan mermados ingresos. Eran los tiempos del nada onírico dispendio, usado para amarrarse a la vara de mando, aunque marchitaran muchas rosas a su paso.

Se creían tocados por alguna suerte de gracia propia, más material que ideológica, que les aupaba al antidemocrático totalitarismo del "no saben ellos quién soy yo". Era el grito de guerra que ahuyentaba al que osaba discrepar, o pretendía oler mas allá de los efluvios que despiden los vientos de su nevada aventura.

Pero el pueblo, hastiado, les apeó del trono; les bajó a la tierra mojada por el llanto de la derrota. Armilla pasó al punto y aparte apagando el constante punto y seguido del clan que año tras año cocinaba potajes aliñados de rosas y claveles, sazonados con la receta del jefe de todas las cocinas progresíes. Aquel cocinero, hoy constructor parlamentario de argumentos que justifiquen los tijeretazos griñaníes a la Sanidad, a la Educación o al Empleo Público, alardeó entonces con descaro que hoy sienta precedentes en el mundo del chiste fácil: "el urbanismo de Armilla es ejemplar", dijo el artista. Entonces el orfebre de la palabra desconocía el tamaño del robo al suelo público que traería desde Marbella la nevada que encementaba el paisaje por un olivo sólo; o por qué tubería iba a desaguarse el presupuesto de evacuación de aguas negras armillíes; o por qué rotonda marearían la perdiz del incremento desbordado. Aquel petulante fue afeado por el clan venido a menos hoy, henchido de gloria no hace tanto.

Y ya se han hartado de la transparencia que les atosiga de titulares. Les molesta que a través del nuevo y legítimo gobierno local de Armilla conozcamos ese pozo sin fondo de sus deudas, de sus apaños. Qué duda cabe que con la moción de censura que presentan lo arreglará todo, haciendo un plan de ajuste, pero ajustado a sus planes. Si quien no dejó ni telarañas en la caja vuelve de nuevo a la alcaldía, desaparecerá el déficit, el paro y las facturas, hasta incluso las de dudoso cobro. No hay más que ver los antecedentes de su gestión, para tener la esperanza que exhibe. A partir de entonces la culpa será de la terrible gestión de los 16 meses de Ayllón. Y al olivo se unirá un castillo, sin torres, pero con cofres pendientes de rellenar. Pero en Armilla, la caja de las sorpresas solo ha hecho que aterrizar.

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