DESPRESURIZACIONES, aterrizajes de emergencia, escasez de combustible, fallos en los motores, chinches por doquier… Desde luego que hay que encomendarse a todo el santoral antes de decidirse a volar con Ryanair, porque las probabilidades de llegar sanos y salvos al lugar de destino disminuyen proporcionalmente conforme pasan los días, máxime cuando Fomento le atribuye 1.201 incidentes y 15 deficiencias graves en sólo 6 meses, habiéndolos tenido tan seguidos en los últimos días que nadie duda ya que esta compañía debe de ocupar algún luctuoso lugar en el Libro Guinness de los Récords.

Y es que el polémico e histriónico personaje llamado Michael O'Leary, que, como presidente, rige los destinos de la conocida aerolínea irlandesa, pareciera que hubiese decidido jugar a la ruleta rusa con los temerarios pasajeros que optan por utilizar sus raquíticos servicios. A lo peor es que, haciendo números, sale hasta más barato arriesgarse y pagar luego multas e indemnizaciones…

Lo más penoso de este preocupante asunto es que los pasajeros toman esta arriesgada opción por cuestiones exclusivamente económicas, ya que la crisis aprieta demasiado y, una vez metidos en el avión, ya no hay marcha atrás en cuanto a lo movidito que pueda presentarse el dichoso vuelo.

Tras los incidentes de los últimos días, la mayoría de los viajeros afectados, incluso los amantes de las emociones fuertes, ha asegurado que no se expondrá más a un aterriza como puedas, aunque hay quien ha llegado a asegurar que no tiene más remedio que utilizar estos escasos servicios, siendo su única defensa contra la fatalidad el cruzar los dedos…

El caso es que O'Leary lo niega todo y asegura que su poderosa low cost company funciona divinamente, a pesar de la evidencia de sus incidentes y de los deseos de Fomento de echarle el guante. Pero es que, para más inri, los pasajeros se quejan de mal trato, malos modales, faltas de educación y de respeto, cobro abusivo o problemas con el equipaje, por todo lo que urge que todo el peso de la legislación española caiga sobre Ryanair antes de que tengamos que lamentar profundamente esta imprudente aventura aérea.

A pesar de que la Comisión Europea haya aclarado a España que sólo Irlanda puede retirarle la licencia a Ryanair, los mecanismos de nuestras normas sancionadoras podrían impedirle que siguiera operando en territorio nacional antes de que ocurra una terrible desgracia, por lo que los contactos del Gobierno español con las autoridades europeas con el propósito de ampliar sus competencias sobre compañías aéreas extranjeras deberían materializarse en la posibilidad de que nuestro país le retirase también la licencia a Ryanair -por lo menos en España-, sin que fuese competencia exclusiva de su país de origen, ya que el low security es algo intolerable al ponerse en juego la vida de miles de usuarios.

Mientras, los viajeros serán quienes deban decidir si viajan con esta preocupante compañía, y si de arriesgan a ser protagonistas de un aterriza como puedas o de quién sabe qué…