Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Atletismo amatorio

Con el corazón aún cerrado, te enchfas la peli de comedia romántica para rescatar algo de inocencia perdida

El sexo sin poesía alguna que se está imponiendo a golpes de Tinder no nos gusta a muchos. Transformar aquellos lances de la conquista tan excitantes en este ir como se va al gimnasio a realizar piruetas y alardes físicos más o menos acrobáticos deja insatisfechos a muchos. Además, hay una presión añadida al final, cuando te quedas a la espera de la puntuación como si del jurado del patinaje artístico se tratara. Genera un estrés escénico que disuade más que estimula a los que nos enseñaron que lo íntimo tiene sus ritos, que el amor era otra cosa.

Este nuevo atletismo amatorio se nutre de nuevas ficciones que arruinaron las floristerías y abarrotan los gimnasios. No hay descanso posible si tienes que volver al mercado amatorio cada quince años, tiempo medio de pausa entre relación estable y fracaso. Todo un paraíso comercial para las tiendas de cosmética y los centros de estética donde te tunean el cuerpo a precios cada vez más competitivos por aquello de la gerontofobia instalada entre toda esa galería de cuerpos neumáticos que desfila por las calles, sin vello ni michelines y cada vez con menos sustancia, que es la que se queda por el camino en esta loca carrera contra el tiempo en pos de un ideal erótico copiado del insta.

Si le quitas al acto amatorio los lances, las dudas, las llamadas y el tira y afloja hasta resolver la tensión sexual creada, pues se te convierte la coyunta tan necesaria en un mero intercambio de fluidos que, al paso que vamos, disuade a muchos hasta de salir siquiera de casa. Agota. Si le añades el pánico al tacto o al contacto desde la imposición del consentimiento expreso, taxativo y casi firmado pues te desmotivas y te refugias en tu aislamiento cautelar y preventivo.

Entre los cuerpos plásticos y el peligro de las nuevas injerencias talibanas en nuestros lechos, lo natural va dando paso al imperio de los fármacos azules, rojos o blancos que garanticen el cumplimiento. Desterrado el poema, quedamos expuestos al juicio objetivo del rendimiento cuantitativo como medida de la satisfacción proporcionada. Y luego, con el corazón aún cerrado, te enchufas la peli de comedia romántica para rescatar algo de la inocencia perdida, aquella que tuvimos cuando aún éramos tan solo seres perdidos buscando entre tanto desamor algo que nos devuelva el calor que casi se dio al olvido.

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