Las dos orillas

José Joaquín León

Atropello mortal

EL caso de las dos jóvenes fallecidas en la noche del pasado Sábado Santo, tras ser atropelladas en el Paseo de Colón de Sevilla, es particularmente escabroso. Todo está en fase de presunción, excepto la realidad de las víctimas, que están muertas, y en mala hora muertas, con certeza y sin presunción de culpabilidad, pues pasaban correctamente por un semáforo en rojo para los vehículos y en verde para ellas. No es todavía el momento de condenar al culpable, pero los indicios que hay no son precisamente exculpatorios.

Este caso se podría presentar como el de Farruquito por duplicado. Sin embargo, hay una diferencia esencial: el conductor no se dio a la fuga, o no lo consiguió, que es el quid de la cuestión, porque mientras su versión es que pensaba pararse, fue interceptado por un patrullero de la Policía Local, que lo obligó, tanto si quería como si no. También se ha insistido en que uno de los ocupantes del vehículo era hijo del presidente del Sevilla F. C., José María Del Nido. Pero este es un dato secundario, pues no conducía, y no añade más interés al caso que esa coincidencia, igual que le podría haber pasado a otra familia.

Lo lamentable es el suceso en sí y sus consecuencias. Un conductor, que dio positivo en la prueba de la alcoholemia, se salta un semáforo en rojo a velocidad alta y atropella mortalmente a dos mujeres jóvenes que mueren en el acto. Pasó en Sevilla como podría haber ocurrido en otras ciudades. Pero en Sevilla hay más probabilidades que en otras ciudades de que ocurra algo así. En ese mismo escenario del Paseo de Colón ya se han registrado otros atropellos mortales. Y además en Sevilla hay un grupito de conductores que son de los peores de España, que consideran que las normas de tráfico son para los demás y no para ellos, que conducen como les da la gana, y que se saltan los semáforos en rojo con premeditación y alevosía.

La política de tráfico en Sevilla es nefasta. Los embotellamientos son constantes. Algunos semáforos están programados de modo extravagante. Según le gusta al alcalde Monteseirín, puede que sea la ciudad de las personas y las bicicletas, pero no de los coches. Como apenas se puede circular de día, algunos se aprovechan de noche y se comportan como aprendices defectuosos de Fernando Alonso. Lo que ocurrió en la noche del Sábado Santo refleja la forma de comportarse de un cierto conductor típico de fin de semana, sólo que normalmente el resultado no es tan trágico.

No sólo hay peligro de tráfico en las carreteras, también en las ciudades. Pero en algunas, como en Sevilla, no hay un Pere Navarro para reducir el riesgo de accidentes. Sólo con multar a los que se saltan semáforos en rojo ya se ahorrarían algunos siniestros.

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