El micro-ondas

Agustín Martínez

Ayuntamiento cañí

APLICO el adjetivo al Ayuntamiento de nuestra ciudad más en el sentido trasnochado del término que como símil del genial pasodoble de Pascual Marquina España cañí, estrenado en Nueva York por La Argentinita en 1932. Si en aquel entonces lo cañí era símbolo de nuestra identidad como país, el paso del tiempo lo ha ido convirtiendo en sinónimo del peor estereotipo, de lo más rancio y añejo del panorama nacional. Las últimas actuaciones de nuestro Ayuntamiento han retrotraído a Granada a su imagen más cañí ante la sorpresa y el estupor de buena parte de su ciudadanía y la incredulidad del personal foráneo. El solidario discurso de nuestro arcarde, regañando a las entidades que dieron un techo provisional a las familias rumanas, desalojadas del cortijo de marras, por aquello de que iban a ser responsables de un pretendido efecto llamada, nos retrotrae a las cavernas de las políticas sociales y nos sitúa en la prehistoria de las relaciones humanas.

La perspicaz visión de futuro del actual equipo de gobierno precisa una urgente visita al oculista tras la espantá del consistorio, del convenio sobre los vuelos de bajo coste, que ha posibilitado que el aeropuerto haya sido el de mayor crecimiento de nuestro país y haya colocado a nuestra tierra como uno de los destinos vacacionales más apetecibles.

Para cañí de pura cepa el nuevo trazado del Metro propuesto por la Plaza del Carmen. Cinco años, cinco -como los carteles taurinos- perdidos para la ciudad, o con freno y marcha atrás. Un lustro después, en el despacho de la Mariana, han descubierto que la mejor solución era la que dejó Pepe Moratalla y que ahora permitiría que Granada estuviera viajando en Metro, en lugar de haberlo pasado discutiendo si por encima o debajo del AVE, si a la derecha o la izquierda del Beiro o si leches en vinagre. Qué les voy a contar de los avales exigidos por las constructoras para los pisos de alquiler bonificado que nuestro muy cañí ayuntamiento declaraba como poco menos que ilegales el 5 de octubre (Mérida dixit) y que mes y medio después había que agradecer que solo fueran de cinco mil euros. La mierda rebosando por los darros de los flamantes pisos de Santa Adela, que tantos votos llevaron al zurrón de nuestro arcarde el pasado mes de mayo, también ha sido cañí, pero en su vertiente más heavy.

Para los amantes del deporte, la inconfesable y cañí cacicada de no permitir que el Granada 74 dispute sus partidos en el estadio de Los Cármenes les hace desear que los de Marsá asciendan a primera para ver la carita que se le queda a nuestro arcarde allá por el mes de junio y ¡olé!

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