Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

Y de lo mío, qué

Resulta jocoso que, para tirarse los trastos, los nacionalistas vascos se acusen entre ellos de tener un "gen mediterráneo"

Publicó ayer el diario Deia una entrevista con Aitor Esteban que concluía una frase dejada para el final seguramente a modo de anécdota, pero que sin embargo me resultó especialmente representativa del ideario del portavoz del PNV en el Congreso. Preguntado sobre la decisión de EH Bildu de no apoyar los Presupuestos después de haber admitido su preferencia por una prolongación de la legislatura de Pedro Sánchez que hubiera facilitado un hipotético "cambio en las cárceles", Esteban lamentó que la formación abertzale tenga lo que llamó "un gen mediterráneo", causante a su juicio de que "le pierda el teatro y no se atreva a tomar decisiones". Y no sé qué pensarán ustedes, pero a mí me resulta jocoso que los nacionalistas vascos, para tirarse los trastos, se acusen así de ser demasiado mediterráneos como si quisieran tacharse de indolentes. Es verdad que, históricamente, las viejas civilizaciones que llegaron a la Península por mar no se detuvieron en exceso por aquellos lares; pero situarse aparte de todo lo que ha venido a definir a Occidente (tan lamentablemente mediterráneo) para hacerse pasar por más decidido y realista es digno de una oportunidad en Tú sí que vales. Tal vez la Iglesia Católica con la que tan bien se ha llevado tradicionalmente el PNV sea menos romana que el resto. Y nosotros con estos pelos.

Precisamente, la última intervención de Esteban en el Congreso, el día en que se certificó el fin del sanchismo, fue aplaudida y reconocida como señal de altura política. Y no sé si acaso yo estaba viendo otra película, pero juro que vi al PNV hacer lo de siempre: preguntar qué hay de lo mío, lamentar que por tal decisión lo mío no vaya a estar como y cuando yo esperaba y desear que el cambio favorezca la llegada de lo mío. Ya no es sólo que la postura nacionalista, vasca o cualquier otra, sea la menos arriesgada y más rentable en términos políticos (cuidado: si te saltas la ley, eso sí, puedes acabar en la cárcel; aunque si eres lo suficientemente hábil, igual te procuras un retiro en Waterloo o en Ginebra de lo más fetén), es que basta hacer lo mismo de siempre para que la crítica te considere un estadista. Es verdad que el gen mediterráneo es menos dado a la franqueza, se come más el tarro, es más atormentado, lo tiene menos claro, incluso para pedir lo que cree que le corresponde legítimamente. Pero adivinen cómo se llama esto desde antiguo. Exacto: civilización.

En todo caso, seguro que los de EH Bildu se sienten insultados por verse comparados con la barbarie latina. Aunque no creo que les guste el teatro. El teatro es verdad, no fraude. Añora la máscara, no la capucha.

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