No sé

No sé por qué se pueden saber los nombres de los yihadistas y no los de los terroristas machistas

Yaneth, una chica cordobesa de 28 años, es la primera mujer que figura en la lista de mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas desde que en 2003 se empezaron a contabilizar estos asesinatos. A día de hoy, no hay ninguna lista que se pueda consultar para conocer los nombres de los asesinos que acabaron con la vida de las mil mujeres que han matado durante estos dieciséis años. Éste, el de dar a conocer la identidad de los maltratadores, es un tema que me recurre de manera incisiva. No entiendo por qué si se da a conocer el nombre y apellido de la fallecida no se da el del asesino. Es más: lo evitamos.

No veo la diferencia entre que se puedan dar a conocer los nombres de los asesinos terroristas y no los de los terroristas de la violencia de género. No entiendo por qué no se dicen los nombres completos de los criminales de género y sí los nombres de los asesinos yihadistas. Así como los nombres de los asesinos de otros crimines entre conocidos y familiares. No consigo conformarme con las explicaciones que me dan sobre no se qué derechos. No se qué derechos tienen los asesinos de violencia de género después de transformarse, de ser un vecino normal, a un asesino. No sé en qué momento un hombre normal pasa a ser tratado como un asesino que también es normal porque la normalidad de un asesino es matar, premeditar un crimen y llevarlo a cabo. Lo que no es normal es que la decisión de que un maltratador reciba tratamiento en prisión sea una opción. Están en aumento las organizaciones que se encargan de ofrecer tratamientos de terapia para rehabilitar a los maltratadores. Pero es decisión personal recibirla o no. Así pues, los maltratadores que están en la calle o en prisión siguen libres con su propia esencia. Esa que les estructura con una mentalidad machista con creencias basadas en el autoritarismo moral creyéndose superiores a las mujeres. La toma de conciencia de sus malos tratos es un arduo trabajo con resultados tan polémicos como dudosos. Tratamientos que consisten en recibir terapia dos horas a la semana durante nueve meses. Esa es la débil formación para atender a los maltratadores.

Si un maltratador confiesa que "no quiero que haya una sola pista de quién soy o quién puedo ser", creo que conocer sus identidades provocaría en ellos algún temor para matar. O volver a hacerlo. El último nombre de la lista de mujeres asesinadas, es el de Ana Lucía de 49 años, asesinada en Córdoba. Y falta por terminar la investigación por el asesinato de Romina, en Lanzarote: 1001.

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