EL ocho de septiembre ha sido una jornada negra para los cubanos. Cientos de miles de personas desplazadas, cientos de casas destruidas, innumerables extensiones fértiles destrozadas. De ciclón en ciclón, de huracán en huracán. También de dictador en dictador. Ayer vi en Telemundo cómo la creadora del blog Generación Y fue pisoteada moralmente, y es acosada en su propia casa a diario, por crear un espacio de libertad en Cuba, aunque sea virtual. Ni siquiera los megas y las higas son libres en Cuba. Me equivoqué cuando escribí hace unos meses que la transición había dado comienzo. Raúl estornudó un par de veces, cara a la galería, y después todo igual. O peor, porque es igual, pero con móviles.

Menos mal que el ocho también fue el día grande de Cuba: el de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de la isla. En España, y en el mundo católico, se celebra el día de la Natividad de la Madre de Dios, pero en Cuba no: allí es la Patrona con mayúscula, en la que todos (ateos, católicos y santeros) creen sin excepción. Los ateos porque sí, los católicos lo hacemos por lógica, y los santeros porque ellos la llaman Ochún, la Orisha mayor. Dueña de las aguas dulces, ríos y manantiales. Orisha de la feminidad y del amor. Diosa de la miel y el oro, que cuida del fuego del hogar y del vientre de las mujeres. Se representa como una mulata bella, simpática, buena bailadora, fiestera y eternamente alegre.

Pero la cristiana, la de la Caridad del Cobre (dos caras de la misma moneda) vive en una ermita cerca de Santiago de Cuba y está relacionada con otra famosa ermita granadina: la de los Tres Juanes. Sólo que la historia es diferente. La de Granada la construyó un tal Juan de Dios Sánchez, en honor a los tres grandes Juanes (no, el cantante colombiano, no): el Bautista, el Evangelista y el de Dios. En el caso de la ermita cubana, fueron tres Juanes, niños, los que, según la tradición, salieron en barca en 1613 a buscar sal en la bahía de Nipe. Dos eran hermanos, indios, y el otro era negro. Mientras navegaban se encontraron a la Virgen en una tablilla de madera, que les dijo: "Soy la Virgen de la Caridad del Cobre". Desde entonces se celebra en Cuba el culto a esa advocación, y en su representación aparece con el Niño en los brazos, tal como se apareció a los tres, y en la base tres muchachos en una barca. Por eso, todos los 8 de septiembre, cuando los huracanes y los Castros no lo impiden, los cubanos de la Isla y de Miami la celebran sacándola en barca al mar, tal como ocurre en España el 16 de julio con la Virgen del Mar.

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