La chauna

José Torrente / Www.lachaunadecullar. Blogspot.com

Para 2011

EL lector comprenderá que hoy martes, cuatro de enero, queramos utilizar La Chauna para plantear nuestros deseos para el año nuevo, aun sabiendo que pueda pensarse que son carne del cañón del olvido, sobre todo, tras el bien acreditado nivel incumplidor del actual gobierno. El incumplimiento es la cuestión que más afea y achica la política. En ese cajón, nunca hay vacíos.

Esta intención es una socorrida manera de resolver esta columna de primero de año; un intento retórico, que hasta ahí llega el poder del arriba firmante. Por tanto, pongamos nuestra mejilla en este rincón que nos propone Granada Hoy para decir lo que pensamos, y, si nos la parten, será de manera merecida. Pero no hablaremos de obras, que motivos habrá en su momento para hacerlo, especialmente de las que no empiezan o de las que no se acaban. Hablemos mejor de deseos que fortalezcan las relaciones entre ciudadanos, y ciudadanos dedicados eventualmente a la acción política.

En La Chauna nos gustaría que 2011 desterrara la mentira para siempre de la acción política, y que solventara las dudas entre la verdad y el inocente, siempre a favor de la verdad, pero nunca en contra del inocente. Restablecer la devoción a la verdad y al sentido común en la acción política es una cuestión de prestigio profesional, aunque sería deseable verla también como un motivo de honradez personal. Los políticos no debemos encontrar conflicto alguno entre la responsabilidad y la verdad, aun a riesgo de que, a veces, ésta no sea atractiva para el objetivo electoral, y se flagele a sí misma con las medias verdades atiborradas de chungas justificaciones, que, al final, se convierten en las peores mentiras.

No será posible entender mejor la acción política entre los ciudadanos, si quienes tienen la responsabilidad ejecutiva mienten con tanta sinceridad llamando bueno a lo que no es sino un remedo de la verdadera necesidad, o contra aquellos que se empeñan en seguir llamando fresco al intenso frío, o en calentar pareceres antes de que los pareceres les calienten a ellos.

Es evidente la perentoria necesidad de mejora en la acción política de los ciudadanos metidos a políticos, pero no es menor la obligación de restituir la confianza en la acción pública (menudo atrevimiento el mío), porque la política es tan precisa como imprescindible, mientras nos sigamos rigiendo por el Estado de Derecho como forma suprema de administración de nuestros deberes y nuestros derechos. No es cuestión de traer aquí una relación objetiva de compromisos y promesas, prometidos con excepcional maestría oral, pero que han ido a parar al cajón del olvido, sin más testigo de su ausencia que la falta de respeto a la verdad. Desde esta Chauna, para 2011, pedimos, bendita ilusión, que la política ejerza la modestia, y que con humildad ejemplar, profundice en su auténtica vocación de servicio público. No es mucho pedir, ¿verdad?

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