RELOJ DE SOL

Joaquín Pérez Azaústre

19-J

DESPUÉS de una condena sin mácula visible de cualquier tipo de violencia exaltada, el 19-J ha sido un éxito. Mientras tanto, cierta cantidad de gentes a ambos lados del aparato ideológico desvelaron sus cartas. Así, desde una izquierda ofuscada en el comportamiento antidemocrático, personalidades muy concretas han justificado la violencia frente al Parlament; mientras, desde cierta derecha, que parecía feliz con lo ocurrido, se utilizaban todos estos actos condenables para condenar, de paso, al 15-M a su desaparición. El desvarío conjunto, tocado entre sí por los extremos, ha sido apabullado por una realidad social de calle: Madrid como espiral de una estrella múltiple desde todos los barrios, para cristalizar la manifestación pacífica en Neptuno y convertirla a su vez en espoleta de una concentración centrífuga por toda España.

El 19-J ha sido tan poderoso, y no sólo en España, sino también en otras ciudades europeas -empezando por su propio corazón burocrático y gubernativo, Bruselas-, que todas estas tintas extremadas se han visto disueltas en medio de un calor más vaporoso que la rotundidad de las proclamas. Para quienes han buscado, estos días, convertir el 15-M en el salvajismo desplegado contra los diputados catalanes -como si fuera lo mismo, como si hubiera sido así alguna vez en la acampada en Sol-, la manifestación de ayer, más multitudinaria y coordinada, extendida ya como una marea humana sobre la geografía del cuerpo del Estado, ha demostrado que el ataque a los diputados fue sólo un hecho aislado; mientras, quienes desde el lado contrario buscaron convertirnos, a los simpatizantes del 15-M que rápidamente condenamos aquellos episodios lamentables, poco menos que en agentes infiltrados del gran poder bancario, la propia actitud de los manifestantes también ha terminado por darnos la razón: la única manera de ser del 15-M es la no-violencia colectiva, la protesta civil libre y pacífica.

En cuanto al seguimiento que los medios hicieron de lo sucesos frente al Parlament, manipulador según algunos elementos del 15-M, no olvidemos que cuando los Mossos cargaron de manera brutal contra los manifestantes en la plaza de Cataluña, esos mismos medios lo sacaron también en titulares. Así los periodistas, en un momento y otro, únicamente han hecho su trabajo y han mostrado a la gente, en sus casas, dos formas distintas de violencia: la institucional, por una decisión nefasta del consejero de Interior catalán, Felipe Puig, y la manifestante, con un comportamiento inaceptable por la mayoría de la gente que ha salido a la calle a unirse al 15-M.

Gracias a la rectificación del 15-M, y al abandono absoluto del conato violento, algunos todavía seguimos creyendo en él; pero, quienes justificaron la violencia en Cataluña contra los diputados, en forma de empujón o de pintada en el cuello, quizá son verdaderos agentes infiltrados que buscan reventarlo desde dentro. Continua el debate horizontal, que al menos es debate.

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