Bajar los precios

Solo bajar impuestos va a condicionar un empobrecimiento de nuestro Estado de Bienestar

La espiral de crecimiento de los precios de materias primas como el gas, la electricidad o los combustibles, viene derivada de la reactivación de la producción industrial en el mundo al ir venciendo las restricciones por la pandemia, agravada ahora por la invasion rusa a Ucrania y las consecuentes sanciones a Rusia.

Todo esto opera, en el caso del coste de la electricidad, con un sistema de fijación de precios que en España se aprobó hace unos años (con un Gobierno del PP) y que se ha mostrado claramente inadecuado e injusto con respecto al consumidor de a pie y a las empresas.

La razón fundamental por la que los costes de todas esas materias primas suben de manera incontrolada no la debemos buscar sólo en las políticas nacionales, porque el principal condicionante es el funcionamiento del mercado global en un mundo con un deseo desbocado por los beneficios. En clave nacional se pueden tomar medidas, sin duda, pero de alcance limitado siempre.

De hecho una importante rebaja de impuestos se hizo en España hace unos meses con el recibo de la luz, pero el coste de la energía sigue subiendo. Y en el caso del gas y los derivados del petróleo se pueden bajar los impuestos y ello aliviará la factura, pero ello no impedirá que en el futuro siga creciendo el precio en origen si continúan las tensiones derivadas de la guerra de Rusia en Ucrania.

Esta guerra requiere una política económica excepcional en la que no valen las reglas de una situación de normalidad. Y más que bajar impuestos (que también hay que hacerlo), hay que poner topes a los precios con una estrategia de intervención del mercado en productos esenciales para la sociedad.

Con los productos farmacéuticos, los precios de los medicamentos y los márgenes de distribución los decide el Estado tras un proceso que trata de conseguir precios asumibles que permitan el abastecimiento. Se viene haciendo desde siempre por todos los Gobiernos habidos, por considerar que son productos esenciales que no pueden estar al albur del mercado.

Pues bien, Europa debiera copiar de esa experiencia para que (durante el tiempo imprescindible) los precios de los productos energéticos tuvieran un tope máximo, a lo que se puede sumar una rebaja impositiva. Solo bajar impuestos no soluciona el enorme problema actual y, además, va a condicionar un empobrecimiento de nuestro Estado de Bienestar.

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