Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

Banderas de humo

EL vídeo tiene un año, pero no ha perdido actualidad. Ami Horowitz hizo un experimento usando de cobaya a toda una universidad: nada menos que Berkeley, en California. Cogió una bandera del ISIS, sí, han oído bien, y se plantó en medio del campus a flamearla, gritando consignas a favor de los terroristas. Sólo recibió indiferencia o breves palabras de aliento. Todo está grabado. Luego salió con una bandera de Israel, esto es, del único Estado democrático de Oriente Próximo, y allí se lio la grande: recibió insultos, cortes de mangas y algunos se le encararon violentamente.

El completo experimento se puede encontrar en Youtube sin dificultad. Les pasmará, pero no les sorprenderá, por desgracia. Las razones del antisemitismo reinante son un arcano, siendo un pueblo pequeño que ha padecido muchísimo y que se defiende como gato panza arriba. Asombra especialmente en los antifascistas profesionales, que abominan del nazismo, cargados de razón, pero luego se dejan llevar de la misma sinrazón de odiar una raza y una religión.

Yo, sin embargo, venía a fijarme en otro detalle de ese vídeo. Horowitz, horrorizado o harto o aburrido de que nadie le diga nada por lo del ISIS, decide encenderse un cigarro y enseguida aparece uno a afearle el gesto, que eso está prohibido en el campus. Ha dado, más allá de su experimento, con una imagen que describe nuestro mundo a la perfección, su escala de valores absolutamente desquiciada. Viendo cosas así, entran ganas de fumar, la verdad, como una rebeldía contra la estupidez, la pedantería y la ñoñez. Una compañía de tabaco podría usar esa escena como publicidad, y le iría bien.

Pero no fumaré por tres razones. La primera es que ya fumo. No en pipa, sino en chimenea, de lo mucho que humea la nuestra. O sea que fumo troncos de encina del tamaño de una pierna, lo que no está nada mal, aunque sólo sea tres o cuatro meses al año. La segunda es que mis pulmones no tienen la culpa del discurso de valores dominantes ni tampoco mi cartera ni quiero pagar, no, por favor, ni un impuesto más.

Aunque la tercera razón es la importante. Con esto de los semáforos paritarios de Valencia, del lenguaje de género del "nosotros y nosotras", del callejero dicen que franquista, del "mujeraje" en vez del homenaje de Ada Colau, etc., hay bastantes chuminadas que conviene fumarse como un puro y es bueno para la salud (mental) y no nos cobran impuestos, todavía.

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