La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Bares, playas, fútbol, aulas... y 17 desescaladas

¿Seguro que no veremos los estadios de fútbol con público antes que alumnos en las aulas? Dificultad... y prioridades

En cuestión de semanas, todas las autonomías tendrán el "mando único" de la desescalada, el ministro de Sanidad volverá a ser un espectro sin competencias y sus colegas de Educación y Universidad lo relevarán en la pasarela mediática intentado convencernos de que es posible armonizar una vuelta a las aulas que vaya más allá de la improvisación.

¿Es más difícil abrir los colegios que los bares y los comercios? Es lo que arguye la ministra Celaá para justificar que toda España haya estado más ocupada en la recuperación del consumo y el ocio que en la vuelta a las aulas. Si analizamos los datos con frialdad, y basta recuperar la radiografía del PIB en Granada y en Andalucía para constatarlo, es evidente que la mayor presión sectorial iba a llegar del sector privado y desde el turismo. Por su peso estratégico en la economía pero también porque en la Educación los ERTE no han acompañado al confinamiento y tampoco los cierres ni los despidos. Al margen de quien haya podido (y querido) teletrabajar más o menos, es evidente que ni la situación de partida ni la de llegada es similar para todos; que el Covid-19 no ha tenido el mismo impacto ni en todas las áreas ni en todos los colectivos. Y la estabilidad no es un condicionante menor.

Dice Cáritas que una de cada cuatro familias a las que han asistido en estos meses perderá su casa, vaticinan los grandes bancos que el batacazo de la economía puede llegar al 20% sólo entre abril y junio y hasta el emporio de Inditex ha tenido que despertar esta semana con el primer balance en rojo de toda su historia. Son sólo flashes de la dura vertiente social y económica de la crisis sanitaria del coronavirus que avanza ahora en el hemisferio sur sin que científicamente se haya podido constatar que el Covid haya mutado y sea menos virulento, sin que sepamos si las altas temperaturas actúan como mitigadoras y sin que podamos tener la certeza de que habrá una vacuna (accesible y universal) a final de año.

Pero el melón del autogobierno -eso que ahora hemos rebautizado como "cogobernanza"- se ha abierto en canal multiplicando por 17 la confusión que hasta ahora había marcado la gestión de la pandemia. Sanidad ha dejado de actualizar los datos sobre los fallecidos por Covid-19 (increíble forma de zanjar la perplejidad internacional provocada por los cambios de criterio y desajustes del último mes), pero no ha relajado la intensa actividad del BOE dictando y rectificando normas, poniendo letra pequeña a los anuncios del presidente de los fines de semana y, como novedad, dejando la puerta abierta a que haya una interpretación particular a nivel autonómico y municipal.

¿Se puede pasear por la orilla del mar? Pues es un lío. Primero se habló de una franja de protección de seis metros desde la pleamar, luego se eliminó y lo último (hasta donde me he podido documentar) es que será cada ayuntamiento quien gestione el marrón de controlar el aforo y decida qué se puede hacer y qué estará prohibido. Miedo da pensar en las instrucciones que dará ese batallón de vigilantes de la playa que estará operativo desde el 15 de junio armado con un uniforme recién estrenado y una encomienda de la Junta para velar por la "ley y el orden"… (¿Si quieres saber quien es fulanillo, dale un carguillo?).

En todo caso, será una anécdota a la vuelta del verano cuando toque abrir las aulas. No se ponen de acuerdo los responsables de Educación y Universidad sobre el plan que habría que diseñar y mucho menos lo harán las autonomías. Los perfiles y necesidades son muy distintos según los niveles educativos pero barajar tres escenarios distintos (que van desde la "absoluta normalidad" con clases presenciales a un nuevo horizonte de obligado confinamiento por un posible rebrote pasando por la compaginación de lo físico y lo virtual) es como intentar acertar a la lotería apostando a todos los números. Todo y nada. Porque la realidad va más allá de este debate a la defensiva: no hay recursos para desdoblar cursos, duplicar plantillas y aplicar todas las medidas que garanticen con eficacia las distancias de seguridad. ¿Responderá el responsable de la guardería, el director del colegio y el decano de turno si se producen rebrotes? ¿La solución es rotar?

Porque la realidad última es que no sabemos cómo frenar al coronavirus ni dentro ni fuera de las aulas. La inquietud de estos días de Sanidad por los casos importados, el rebrote en el País Vasco, también puede ser otra anécdota cuando podamos viajar entre todas las comunidades y se abran las fronteras a nivel internacional.

"Se puede hacer mejor". Fue la lacónica respuesta que Pedro Sánchez le espetó esta semana a un diputado de Cs cuando enarboló la 'foto del codo de Granada' como ejemplo de que se puede trabajar con menos bronca y más pragmatismo; por encima de los intereses políticos y partidistas. La autocrítica del presidente del Gobierno llega tarde (también) y sin demasiado convencimiento, pero el camino que parece abrirse al final del estado de alarma y el "mando único" viene plagado de baches. Y con dificultades multiplicadas por 17. No toca ese debate pero al final es el debate: el fallido estado de las autonomías.

Reoriento la pregunta inicial: ¿es más difícil controlar las aglomeraciones en los colegios que en los campos de fútbol? Porque no está nada claro que la contundencia con que se ha pronunciado la presidenta de Consejo Superior de Deportes no se vaya a tambalear en cuestión de días. ¿Seguro que terminará la liga sin público en los estadios? España (todos nosotros) y una cuestión (una vez más) de prioridades.

Por supuesto que "se puede hacer mejor", lo que tardemos en salir de la crisis y cómo depende de ello, pero también peor...

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