Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Basura granadina

¿Somos los granadinos los más sucios o, simplemente, nuestros representantes han firmado un contrato basura?

Nos han contado todos los cuentos y los hemos creído. El cuento mayor es el de las bondades irremediables de la privatización. Mientras paseo por el barrio encuentro de vez en cuando a Fernando López Castellano. Fernando es profesor de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad y refiere con un punto de desconsuelo la sorpresa masiva de sus alumnos cuando explica que la economía no es única ni una ciencia exacta. La idea de que sólo el imperio del mercado puede regir con cierto orden las relaciones sociales se ha convertido en dogma. Neoliberalismo y democracia se identifican pese a que el primer ensayo de lo que constituiría el nuevo orden económico mundial se realizó en los 70 en Chile. Sucedió después de que un grupo de militares comandados por Pinochet asesinara al presidente Salvador Allende, machacara las manos y cortara la lengua, para que no cantara más sandeces, a Victor Jara y encerrara a miles de personas en el Estadio Nacional de Santiago para mostrarles que hay versiones de la pena máxima bastante más dolorosas que un penalti en contra. Tras los fusiles llegaron los cerebros. Los Chicago Boys, jóvenes formados en Estados unidos en la doctrina de Milton Friedman, empezaron a practicar las privatizaciones masivas que después conquistaron el mundo.

En Europa la implantación de la verdad neoliberal ha sido incruenta y ha respetado, al menos formalmente, a las instituciones propias del régimen parlamentario. Pero la entrega de los bienes y servicios generales al beneficio particular ha sido implacable. El último ejemplo lo ofrece Granada. Los habitantes de la capital son quienes más pagan por la recogida y tratamiento de basura de España tras San Sebastián y Gerona, situadas entre las diez capitales con mayor renta. Un granadino afloja 51 euros anuales más que un jienense y 63 más que un cordobés, cuyo servicio es público. Y la colocación de un contenedor vale 5.679 euros, más que en cualquier otra ciudad del Estado. Las preguntas se atropellan: ¿Somos los granadinos los seres más sucios entre los humanos, los bichos que más porquería generan? ¿O, simplemente, nuestros representantes han firmado y confirmado algo que se podría calificar como un contrato basura? En tanto encontramos respuesta, Vamos Granada ha propuesto tomar ejemplo y consejo de Córdoba para estudiar el rescate de las labores de limpieza, cuya concesión a Inagra finaliza el 31 de diciembre de 2020. Puentedura, de IU, se ha sumado. Es paradójico que dos pequeños partidos traten de arreglar la guarrada contractual que han consentido los grandes al cabo de décadas de gestión. ¡Toca retratarse!

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