Paso de cebra

josé Carlos Rosales

Basura indigerible

OCURRIÓ en marzo de 2012: varado en medio de la arena invernal, bajo un cielo cerrado, un enorme cachalote apareció muerto en una playa de Castell de Ferro. Enseguida acudieron los investigadores de la Estación de Doñana y examinaron el cadáver de este antiguo cetáceo, una auténtica reliquia biológica: 10 metros de largo y 4.500 kilos de peso abandonados a su suerte en una playa de Granada. Los científicos realizaron la autopsia y quedaron estupefactos al encontrar en uno de sus estómagos 17,9 kilos de residuos, unos despojos que podrían ser el retrato de una época o de un país: latas de refrescos, un bote de spray, dos mangueras, 9 metros de cuerda gruesa y 30 metros cuadrados de plástico procedente de las toneladas del polietileno de larga duración que cada día se usa en los invernaderos de las costas de Granada o Almería. Toda esa basura habría reventado uno de los estómagos del gigantesco cetáceo provocando que sus contenidos gástricos se dispersaran por la cavidad abdominal; todo ello, unido a la desnutrición sobrevenida y a una evidente desorientación inevitable, originaron la muerte del poderoso cachalote.

El biólogo marino Renaud de Stephanis, investigador vinculado a la Estación de Doñana, estuvo hace un año en la playa de Castell de Ferro examinando el cadáver del cetáceo. Y el análisis y las conclusiones de su estudio acaban de publicarse en Marine Pollution Bulletinen (vol. 66). Así que el nombre de Granada volverá a salir de nuestras fronteras, cruzará los espacios y nos hará otra vez famosos, un poco más famosos durante unos días por nuestra tendencia ancestral al descuido o la desidia, al menosprecio del paisaje, a la explotación sin freno de una naturaleza (fauna y flora) de la que dentro de muy poco apenas si quedarán testimonios o huellas.

Pero el cadáver de ese cachalote agredido por la inquina de un mundo que sólo piensa en el lucro sin freno, es también una metáfora. Dentro de algún tiempo la conciencia ciudadana española aparecerá agonizando en alguna playa recóndita. Y cuando alguien le haga la autopsia, encontrará correos electrónicos de los amiguitos del alma, expedientes de los Eres de aquí o de allá, sobres para ministros y diputados, grabaciones secretas de sobremesas y diálogos, chanchullos y mamoneos, hoy por ti mañana por mí, tú me apruebas esta chorrada y yo te haré un ingreso en Suiza. Nada ni nadie podría (o podrá) digerir tanta basura.

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