La columna

Juan Cañavate

jncvt2008@gmail.com

Batallas perdidas

No se esfuercen -parecen decirle a la derecha- ya nos encargamos nosotros mismos de matarnos

La pasada semana Íñigo Errejón en El País y Luis García Montero en Infolibre, publicaron sendos artículos que descubría, ante mi olfato ya cansado, el sugerente aroma que desprendían los muchos ingredientes en común que tenían sus discursos.

Se me añadía al potage de sus argumentos, una larga y más que sabrosa conversación en el despacho de José A. Pérez Tapias, en mi amada Facultad de Letras.

No seré exhaustivo con el guión de los artículos pero me atrevo a señalar, en medio de este desolado páramo que es hoy nuestro país, un cálido paisaje compartido en la reflexión de estos tres interesantes personajes de nuestra vida pública.

Llamaban la atención en sus palabras sobre una realidad incuestionable y triste; mientras la derecha española reordena, con algún herido, pero sin muchos muertos, el nuevo y eficaz reparto del pastel al dictado de los grupos económicos y mediáticos que mandan en este país, la izquierda, sumida en el más lamentable de sus momentos, se mantiene enfrentada, dividida, rota y acumulando agravios como quien acumula munición, para un combate en el que el enemigo es, por supuesto, la propia izquierda. No se esfuercen -parecen decirle a la derecha- ya nos encargamos nosotros mismos de matarnos.

Apelaba Errejón a la urgencia del diálogo ante el riesgo de que el mal camino emprendido por España fuera irreversible. Luis, en su caso, instaba al diálogo desde el respeto a la memoria de los muchos que con generosidad lucharon por la democracia en España y apelaba José Antonio, para invitar a hablar, al sentido común, que es siempre una cosa muy de filósofo positivo, que no positivista, ni tan siquiera neo, sorprendido ante su ausencia entre el común de los mortales y entre las formas de la política de la izquierda, activa sobre todo, en su complicidad para mandar a este país al cuerno.

Sin caer ni señalar ninguno, eso sí, que ni entre los análisis ni entre las acciones de ninguno de nuestros políticos, llamémosles de izquierdas, desde los que se preparan para competir por el gobierno de España, los que gobiernan en Andalucía, los que ocupan la alcaldía de una pequeña ciudad como Granada, o incluso los que se suponen que hacen oposición a todo ello desde la, llamémosle también, izquierda, haya un mínimo gesto de generosidad, de compromiso, de interés público que no vaya más allá de mantener a la clientela de cada cual o del uso espúreo del poder como instrumento sólo útil para permanecer en él.

Qué tristeza de batallas perdidas, qué poco bueno se merecen de nosotros.

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