por montera

Mariló Montero

Bellas palabras

PARECE que los internautas tenían que elegir: ¿música o letra? Y se han decantado por la música. Este año, en la celebración del "Día E, la fiesta de todos los que hablamos español", organizada por el Instituto Cervantes, la palabra elegida como la más bella de nuestra lengua ha sido "querétaro", propuesta por el actor mexicano Gael García Bernal. Tal vez influyó en la elección el oculto significado que encierra tan eufónico vocablo ("isla de las salamandras azules"), digno del mejor García Lorca de Poeta en Nueva York.

Pero sospecho que casi nadie conocía ese detalle, de modo que cualquier votante hubiera podido escoger "porrompompero". O Taj Mahal, y hubiese dado lo mismo. Otros, en cambio, apostaron por la semántica, y así, las dos palabras finalistas fueron "gracias", candidata del cantante Raphael, y "sueño", a propuesta, cómo no, de un psiquiatra, el sevillano Luis Rojas-Marcos. Vargas Llosa, por su parte, propuso "libertad". Habrían sido, creo, mejor opción. Desde Manila a Fráncfort y de Pekín a Cartagena de Indias, el Instituto Cervantes promueve lluvias de palabras en el centro de ciudades populosas y diversas. Este año habría querido ver las caras de asombro de los filipinos, donde dicen que el español continúa como un signo de distinción social, una especie de título honorífico que pervive como una tradición en el barrio de Intramuros, así llamado todavía, de Manila. Y donde sobrevive una lengua extraña, el chabacano, trufada de palabras españolas.

Nuestra lengua aspira a todo. Entre Tetuán, Tánger y Larache está presente con una fuerza que nos sorprende incluso a sus vecinos andaluces. Y en Miami tuve ocasión de comprobar que las calles de Coral Gables llevan nombres tan familiares como Toledo, Sevilla, Menorca, Andalucía, Giralda, Aragón, Valencia o Málaga. Y la gran avenida que las cruza se denomina Ponce de León Boulevard. Allí son sobre todo los cubanos los encargados de prolongar el empuje de nuestro idioma, casi tan vigente como el inglés, hasta el punto que hubo un tiempo, al parecer, que un cartel situado en la autopista norte de Florida trataba de añadirle buen humor a la invasión españolizante. Decía así: "Sería tan amable de traerse la bandera el último americano que abandone el sur de Florida". Hasta la guasa, como ven, se pega.

Pues de palabras hablamos, yo también hubiese acudido a la letra, al significado, antes que a la mera música, eufónica pero vacía. Quizá nos falte compromiso para elegir "libertad" o "gracias" antes que el "sóngoro cosongo" de Nicolás Guillén. Pese a todo, el vocablo español más influyente y con mayor penetración continúa siendo "alarma", aquella voz que usaban los Tercios de Flandes para lanzarse al ataque contra el enemigo. Y la segunda es… "guerrilla". ¡Ufff!

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