Benditos sádicos

Twitter censura una faena magistral de Morante, pero no una cogida escalofriante de un novillero en Vistalegre

Como tantos, soy usuario con cuenta en la red social Twitter, entre otras razones porque a través de esta y otras útiles herramientas que nos ha dado la tecnología, muchas personas a las que por los conductos tradicionales nunca llegaría pueden leer ahora mis artículos, a la vez que yo puedo acceder a contenidos que, seguro, no conocería sin esa ayuda imprescindible. Es lo bueno de las redes sociales, un magnífico invento si se utilizan bien… que sin embargo puede convertirse en una tortura (de verdad) cuando caen presas de las miserias morales, la falta de educación o la simple estupidez.

El otro día, una cuenta gestionada al parecer por partidarios del torero sevillano Morante de la Puebla, se topó con la intransigencia revestida de puritanismo progre de los alguaciles del Twitter, los cuales vetaron unas imágenes del matador en Algeciras (aunque ellos no lo sepan, ni posiblemente alcancen nunca a tener la sensibilidad para apreciarlo, cuentan que estuvo cumbre) por, cito textualmente, publicar dicho contenido "con la intención de provocar deleite en la crueldad o por placer sádico" (sic).

El problema creciente de los vetos en las redes sociales tiene difícil solución, al escapar los propietarios de los portales de las más elementales normas de civismo y libertad, por tratarse de dominios privados. Cualquiera que se dé un paseo por la red puede encontrarse fácilmente con comentarios soeces, insultantes o de mal gusto, cuando no abiertamente delictivos, pero allí siguen sin el menor reproche, quizá porque esta sociedad que habitamos se caracteriza precisamente por lo que allí abunda. Bien mirado, esta polémica del Twitter no hace más que abundar en el principal problema de Fiesta, su incapacidad para conectar con los valores de una sociedad cada vez más líquida que camina en una dirección totalmente contraria a la suya.

Hace apenas un mes, un joven novillero de Badajoz sufrió una horrible cogida en Vistalegre que milagrosamente no le costó la vida, pero entonces ninguna red social tuvo reparo alguno en mostrar sin recato sus tripas adolescentes por el albero madrileño, ni calló a los sádicos de verdad con carné de preferencia en Twitter para lanzarse como hienas contra el chaval. Debe ser porque, en esta sociedad biempensante y cursi que estamos creando, el sadismo y la crueldad se encuentran escondidas en las verónicas sublimes de Morante.

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