Después de que Luis Roldán se fugase de España siendo director general de la Guardia Civil, ya sabemos que cualquiera puede dirigir al benemérito instituto. Lo aguanta todo. Como España, que desde que los romanos le pusieron nombre es reconocida por todo el orbe, a excepción de los propios españoles que dos o tres veces al siglo se preguntan por la existencia de un país que está dibujado en los mapas desde los Escipiones. La malagueña María Gámez no es cualquiera, es licenciada en Derecho, lleva años en política, compitió por una imposible Alcaldía de Málaga (será de Paco de la Torre hasta que quiera) y ha demostrado sensatez en el puesto de subdelegada del Gobierno, pero lo cierto es que nadie la veía para esto. No hay que temer nada, Roldán pasó por la Guardia Civil, uno de sus mandos intentó dar un golpe de Estado y ahí sigue, entre las dos o tres instituciones más valoradas por los españoles. "Yo no quiero Policía Autonómica -decía Susana Díaz-, lo que a mí me piden en los pueblos son más guardias civiles". Quien debe temer es la propia Gámez para no caer en la trampa en la que entró Bibiana Aido en su día al aceptar un Ministerio demasiado pronto. A su favor, Gámez tiene la experiencia y la edad. Que le vaya bien, pero no se preocupen, hasta Zoido fue ministro de Interior. Casi se carga España.

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