Perdiendo el norte

Lo de la Bernarda

Me llama la atención que el tráfico en la ciudad sea tan caótica, atropellada y cobarde. Sí. Muy cobarde

El Ayuntamiento de Granada ha pintado esta semana con líneas blancas un nuevo carril bus, equiparable en todo al de la Gran Vía. Se trata de varios kilómetros de calzada -dirección centro- desde Parque Nueva Granada, Camino de Alfacar, Tráfico, y Paseo de Cartuja hasta el cruce con Cardenal Parrado. Creo que generará muchas molestias a los conductores que acceden al centro de la ciudad desde esa zona del norte de la ciudad y del Área Metropolitana. Pero también creo que llega muy tarde y que no queda otra. A veces utilizo ese trayecto en coche. Seguro que la nueva medida, acompañada por carteles que avisan del horario del carril bus desde las 07:30 a las 22 horas), me molestará. Pero entiendo y, desde luego, comparto la intención de ir conquistando espacios para el transporte colectivo, obligar al coche a quedarse en las afueras de la ciudad y apostar por una nueva movilidad donde el bus, por ejemplo, tenga más fácil llegar en horario al destino.

Lo que me llama la atención no es eso, ni que vaya creciendo la zona azul en los aparcamientos en la calle en nueva zonas del término municipal de Granada (de eso hablamos otro día). Lo que me llama la atención es que la organización del tráfico en la ciudad (principal núcleo de una de las tres aglomeraciones urbana más contaminadas de España) sea tan caótica, atropellada y cobarde. Si. Muy cobarde.

Granada no es capaz de imponer carriles bus en toda la ciudad ni cuando existe consenso para ello. Recuerda cuando el anterior delegado municipal de Movilidad, César Díaz, compareció con el resto de portavoces para anunciar un plan (el de los carriles con prioridad para el transporte colectivo) que se ejecutó, que comenzó a dar buenos resultados y que, por las molestias puntuales de Severo Ochoa -principalmente-, se desechó meses después pasando los carriles de zonas reservadas a zonas con prioridad para el transporte público y los medios de movilidad personal.

La marcha atrás (nunca mejor dicho) estuvo motivada por las presiones de un grupo político minoritario que aplicó, en este caso, su ideología ultraliberal. Ese pensamiento es 'nada de regulación' o explicado más claro: "nosotros tenemos dinero, nosotros tenemos buenos coches, nosotros vivimos en buenos sitios, nosotros no tenemos que soportar que nadie nos impida pasar por donde nos salga de las narices. Y si el tráfico es infernal, que se fastidien los 'probeticos' de los barrios. Y si la contaminación es insostenible en Granada, que el cinturón ecológico se lo ajusten otros. Nosotros no, coño, que siempre ha habido ricos y pobres".

No me digas que la regulación del tráfico en la ciudad no parece la zona íntima de la Bernarda…

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