LA coalición Bildu, que agrupa a los herederos de Batasuna que se dicen comprometidos con la paz y a dos pequeños partidos que les sirven de compañeros de viaje, se hizo ayer con la presidencia de la Diputación Foral de Guipúzcoa. Gracias a su mayoría relativa en las urnas (22 junteros) y gracias también a la falta de un acuerdo del PNV (14), PSOE (10) y PP (4), que los primeros se encargaron de boicotear.

Este cargo supone la mayor cuota de poder político real jamás alcanzado por la llamada izquierda abertzale en su tortuosa historia, a la que hay que sumar un centenar de ayuntamientos vascos que incluye el de San Sebastián, donde tampoco el PNV aceptó pactar con los socialistas. El alcalde donostiarra confesó hace días que la bandera de España, que ha de figurar en lugar preferente en las dependencias municipales, no le representa y que buscaría algún recoveco para eludir la ley que le obliga a dárselo, a él como a todos los alcaldes. Ya la ha retirado, y pronto nos explicará mediante qué recovecos legales.

No nos desviemos. El desacuerdo de los partidos democráticos ha puesto la Diputación en manos de Bildu, decíamos. Manejarán así unos ingresos anuales superiores a los 4.000 millones de euros y una plantilla de 1.700 trabajadores y ejercerán competencias bastante amplias en materia fiscal, carreteras y servicios sociales. A través de las primeras, las de Hacienda, tendrán acceso a la información fiscal de todos los contribuyentes, y eso ha levantado recelos y temores entre los empresarios guipuzcoanos, menos optimistas sin duda que los seis magistrados del Tribunal Constitucional que dieron luz verde a que Bildu concurriese a las elecciones del 22-M.

Al debate previo a su elección el candidato de Bildu, Martín Garitano -periodista que fue redactor jefe de un periódico que jamás condenó un atentado de ETA- se presentó luciendo un pin en la solapa de su chaqueta con el número de preso de Arnaldo Otegi, al modo en que muchos demócratas lucían hace años el número del prisionero político más admirable del siglo XX, Nelson Mandela, rehén de los racistas sudafricanos. Le acompañaron en la fausta ocasión, con sitio en el palco de invitados, destacados dirigentes de Batasuna, como Permach y Etxeberria. Todo se está cumpliendo según lo previsto.

Martín Garitano hizo el discurso esperado: llamamiento al Gobierno y a ETA para que dialoguen y pongan fin al conflicto, impulsar el debate sobre "la realidad nacional de Euskal Herria y el derecho a decidir" , "hacer frente al sufrimiento de todas las víctimas" y "abordar la cuestión de los presos" (que están presos como autores o cómplices de los sufrimientos de las víctimas).

Estos son los hechos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios