El que apaga la luz

Federico Vaz

Biodegradables

LA Junta de Andalucía no permite a los licenciados en Ciencias Ambientales crear un Colegio Oficial, y éstos lo atribuyen a que un Gobierno que practica un ecologismo de boquilla prefiere no contar con unos profesionales que pueden resultar muy molestos si desacreditan una política ambiental, la de la propia Junta, a menudo equiparable a la de Paco el Pocero. Escama que los dos últimos consejeros de Medio Ambiente vengan de Huelva, la ciudad más contaminada de España.

Sólo el Prestige estuvo peor gestionado que Aznalcóllar. Y no se ha gestionado mejor el pequeño Aznalcóllar de Loja, los detergentes vertidos por la tuneladora del AVE, que sólo las incontestables revelaciones de Granada Hoy han rescatado del silencio que la Administración había impuesto, forzándola a tomar decisiones a golpe de titular aunque tres meses después de que el veneno llegara a los ríos. Cuando toque, empresas y ministerio responderán por el daño causado, pero la gestión informativa del incidente ha estado en manos de botarates. Es difícil mentir de forma más burda que como lo han hecho el alcalde de Loja, el PSOE de Granada, Adif, Dragados y el delegado de Medio Ambiente. Nos tomaron por bobos fabulando una campaña dirigida a impedir que los socialistas cumplan su promesa de traer el AVE a Granada. Imaginen, guardias civiles del Seprona, piscifactorías, pastores, el PP, Los Verdes y Lola Quero, la redactora que nos lo contó, compinchados en una conspiración que ni Pedro Jota habría soñado. Y las 72 cabras seguramente se suicidaron aguantando la respiración con tal de boicotear el AVE.

El medio ambiente, el patrimonio y la economía no valen siempre lo mismo para las administraciones socialistas. Hubo que rescatar hasta el último pedrusco de una plaza de toros que era pura bisutería arqueológica, pero si al paso del metro por Fuentenueva las tumbas romanas brotan a docenas como en la piscina de Poltergeist, es irrelevante; que el AVE -de nuevo el AVE- pueda arrasar los restos de Medina Elvira no es para preocuparse, y las playas de Motril se rellenan con arena de yacimientos arqueológicos; los niños no tendrán que construir castillos en la arena, los encontrarán hechos. Tras cruzarse en el camino de un vertido tóxico de interés general, las factorías de caviar dejan de ser puro I+D+I, y ya no las visitará Paco Cuenca.

Hay un profundo poso posfranquista en la apelación de todo un delegado de Medio Ambiente a que no seamos quisquillosos ni pongamos chinitas en el camino del AVE. Los hilillos de plastilina del Prestige asoman en el detergente biodegradable e inofensivo descrito por Miguel Castellano. Uno acaba deseando que los biodegradables sean algunos políticos, que se desintegren en su propia ineficacia, que su recuerdo se disuelva y las cloacas lo lleven hasta el mar.

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