Birlibirloque y estado de derecho

Parece que las sentencias pueden obviarse por el Ejecutivo haciendo gala de un poder omnímodo que nadie le concede

Decía Thomas Mann que "la tolerancia es un crimen, cuando lo que se tolera es la maldad". Dejó escrito, además que "una gran verdad es aquella cuyo opuesto también lo es", así que, de alguna manera nos dejó un útil método filosófico para comprobar la verdad de las afirmaciones. Apliquemos, pues, el opuesto a su primer pensamiento. Y resulta que "la tolerancia es una virtud, cuando lo que se tolera es la bondad". Sí, hemos comprobado, pues, la certeza de la primera frase del eminente novelista y profundo analista y pensador.

¿Debiera, pues, ser tolerable que en una nación de hombres libres, sometidos por la máxima ley, al imperio del derecho, todos por igual, a algunos, por tan maquiavélicas como inconfesables razones, se les permitiera liberarse de ese imperio? ¿No sería ese el caso de lo que está aconteciendo con los ciudadanos que, pública y legalmente y con todas las garantías que establecen las leyes, fueron juzgados y fueron condenados por sedición, no hace mucho tiempo, a penas de privación de libertad?

Pues ¿cómo puede ser que en una nación de ciudadanos libres y sometidos -todos por igual- al imperio de la ley, pueda existir un contrapoder al de los jueces, que permita burlar el cumplimiento de las propias leyes, por simples razones de interés, en este caso, gubernamental y no general de toda la sociedad.

¿Dónde ababa el poder del Gobierno y donde comienza el del Estado? Me parece que se ha llegado a una especie de birlibirloque con disfraz de razón y peso democrático y legal que, en la realidad -lo intuimos todos y sólo lo saben algunos- no es sino un modo de burlar, a vista pública y con inmenso cinismo, lo que debiera de ser el insoslayable e insobornable sometimiento al estado de derecho.

Estamos asistiendo al extremo de la fuerza sobre las propias leyes, de manera que las sentencias que se dictan desde el Poder Judicial, pueden ser obviadas tranquilamente por intervención del Ejecutivo, haciendo gala de un poder omnímodo que nadie le concede. ¿No es esa una manera de romper el estado de derecho, de condonar el que debiera de ser inexorable peso de la ley?

Sí, ya sé que se me pueden dar mil y una explicaciones de que eso que se entiende como razón de estado, puede justificar la injustificable libertad de algunos presos, sentenciados con todas las de la ley. Y eso ¿no es igual o muy parecido a justificar un modo de golpe de estado? ¿Quién puede estar investido de tanta autoridad que pueda liberar a ciudadanos del cumplimiento de las leyes y de las sentencias de los jueces con esa aparente normalidad? Me gustaría saber, a la vista de todo lo que estamos viviendo, si de verdad España es un estado de derecho. ¿O no?

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