Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Blasfemias de machos

Una sentencia condena al redactor de unos versos blasfemos proferidos contra Irene Montero

Los políticos aforados deberían de andarse con muchísimo cuidado a la hora de denunciar a particulares. Al menos, por dos motivos. El primero: si ellos disfrutan de un trato procesal exclusivo, como diputados, los ciudadanos deberíamos estar blindados, cuando ejercemos como tales, poniéndoles delante de la cara un espejo, aunque sea deformante. Y el segundo: no deberían imitar a las iglesias y religiones, que tanto critican, cuando esas organizaciones se incomodan con una blasfemia y hablan de que se les está faltando al respeto. Esas organizaciones son las mismas que durante siglos, y en nombre de sus dioses, descuartizaron, quemaron o torturaron a los "infieles". Piden respeto, porque no están en situación de pedir fuego o exterminio, aunque sí lo hagan algunos de sus seguidores más fanáticos. ¿O es que no hemos superado todavía la etapa religiosa? ¿Es que no sabemos relacionarnos con la disidencia si no es con el castigo, la denuncia o la excomunión? Se haga en nombre del feminismo, del cristianismo o de cualquiera de los disparatados nacionalismos que nos aburren y contrarían con sus anatemas. La denuncia de un diputado a un particular, por insultos, es una blasfemia democrática: la que ha proferido Montero, la diputada de Podemos, contra un infame versificador que, con muy malos versos y con muy mala leche, ha escrito que esta política debe el escaño a su relación sentimental con Pablo Iglesias. Ustedes, amigos y amigas lectores, el público en general, yo mismo, y, también, el poetastro que se esconde bajo el pseudónimo de El guardabosques de Valsaín, tendríamos que poder lanzar contra los políticos las blasfemias más salvajes, sin más temor que el de empañar nuestra buena reputación. Si alguien quiere llamar "gallinero" al supuesto "harén" de Iglesias, está en su derecho. Nada comparado con la constante loa y exaltación que de sí mismos hacen los políticos, que nunca reconocen haberse equivocado. Si ellos nos atacan con la falsedad y la desvergüenza de sus promesas incumplidas, nosotros los alancearemos con las palabras más hirientes que se nos ocurran. Sin que nos chamusquen hogueras o calcinen nuestra economía multas de 50.000 euros, como la que ha puesto un juez al Guardabosques de Valsaín, aplaudida por una doctrina feminista que cada vez se parece más a la de Trento.

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