Brechas

No existe justificación social para el enorme montaje político y mediático español en torno al 8-M

En medio de la barahúnda desatada en las redes sociales con motivo del 8-M, me llegó una llamativa estadística -no puedo garantizar su exactitud-, la cual asegura que el 80% de los suicidios, el 76% de las víctimas de homicidio, el 61% de los sin techo y el 95% de los accidentes mortales en el trabajo corresponden a uno de los sexos o, como se prefiere hoy, géneros. ¿Tengo que indicarles cuál de ellos es el privilegiado con estas cifras, quizá no exactas pero difícilmente desmentibles en grueso desde la más corta experiencia social? Imaginen ahora por un momento que estas o parecidas lacras, con todo lo que implican de fracaso personal o colectivo, vidas truncadas y desolación afectasen no al masculino sino al tan impropiamente llamado hasta ayer sexo débil... Naturalmente no ignoro que detrás de esos porcentajes existen muchas circunstancias en exclusiva o principalmente achacables a los propios afectados, especialmente los vinculados a adicciones que hasta ahora siguen siendo ampliamente masculinas. Pero, ¿pueden imaginar que alguien ofreciera este tipo de explicación a cualquiera de los problemas más específicamente femeninos con los que se nos bombardea sin tregua?

No existe justificación social para el enorme montaje político y mediático español en torno al 8-M, sin parangón en el mundo, por lo que no puede negarse que estamos ante una operación lúcidamente denunciada, entre otros muchos en estos días, por Carlos Martínez Gorriarán: "Estamos asistiendo atónitos a la conversión de los movimientos sociales legítimos en proyecciones de un poder político despótico y expansivo que, se supone, esos movimientos sociales deben vigilar, frenar y limitar. El reciente movimiento en torno a la fiesta del 8 de marzo (8-M) es un acabado ejemplo de esta pérdida de sentido que puede resumirse muy bien como lo hizo un tuit en la larga preparación propagandística de la efeméride: "Es el poder exigiendo más poder para defendernos mejor del poder".

Un eco de este desvarío es que, ante la imposición en todos los partidos de la versión acrítica y supremacista del feminismo, ya ha aparecido el primer refugio del voto masculino: Vox. Electomanía publicaba en estos días una encuesta en la que este partido ostenta una impresionante diferencia de diez puntos entre la intención de voto masculino y el femenino, algo inédito en España. Sigamos fracturando el país.

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