Buen síntoma

El ensayo reflexivo, el que hace pensar, puede ser tan útil como la mejor vacuna contra los males de cuerpo

Leer, en los inicios del verano, las recomendaciones de los suplementos literarios de la prensa permitían conocer por dónde iban cada temporada gustos y opiniones de críticos y entendidos. Este año, el clima creado por la epidemia no ha trastocado, por fortuna, el hábito periodístico de recomendar, pero si ha cambiado el tipo de libros aconsejables. Y sorprende, en efecto, que, en las listas de preferencias, las obras de reflexión y el ensayo hayan acaparado hasta ahora, en diarios y revistas, la mayor atención. Esta mudanza en las prioridades puede ser un buen síntoma. Porque anuncia que parte importante de la opinión pública -para hacer frente a las nuevas preocupaciones surgidas- busca más promover el pensamiento que la distracción. De seguir la costumbre establecida en años anteriores, los títulos favorecidos hubieran sido novelas y más novelas. Como si éstas fueran el premio de consolación durante unas vacaciones tras el duro trabajo cotidiano. Pero un cierto pudor ha roto con esa tendencia anterior que imponía la novela como género relajante y festivo. Muchos críticos se habrán dicho: en momentos de incertidumbre, conviene que los lectores vean y se enfrenten claramente con los problemas que les aguardan, que son muchos. Porque acechan diversos tipos de virus, todos agresivos y peligrosos (unos para la salud del cuerpo y otros para la vida social): nacionalismo, populismo, izquierdismo, fanatismo religioso, infantilismo identitario y alguno más. Todos ellos se retroalimentan y potencian, encarnados por unos dirigentes que dan verdadero pavor y a los que no resulta ya necesario nombrar. Por fortuna también, en el mundo de la cultura, la señal de alarma ha cundido y un buen número de autores se han puesto a escribir soliviantados por este temor y temblor. Confían en que sus libros, sus ensayos, sus críticas y sus reflexiones pueden ser un buen antídoto ante los posibles contagios que se avecinan. Y, por primera vez en muchos años, el ensayo polémico y combativo ocupa primeros lugares en la lista de títulos recomendados. Lo cual no debe suponer postergación alguna para la novela como género. Sólo que ésta se verá obligada así a subir un peldaño sus exigencias, para convertirse también en arma de combate contra las epidemias en puertas. Pero de momento, ya se ha conseguido el mejor de los síntomas para una posible recuperación: el ensayo reflexivo, el que hace pensar, puede ser tan útil como la mejor vacuna contra los males de cuerpo. Y todavía es más efectivo contra la mala y degradada política que amenaza por doquier. Este debe ser, pues, un estío de lectura y reflexión.

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