Buscando caudillo(s)

No sabemos si hay uno, dos o tres caudillos de la derecha. Y en la izquierda me temo me faltarán dedos

Retrocediendo 83 años en el calendario, tal día como hoy primero de octubre, en este país se nombró a un general como caudillo. Me refiero, por supuesto, al generalísimo de los ejércitos y dictador en este país durante casi cuatro décadas. Por algún lugar de mi casa conservo aún algunas de esas monedas de duros, las 5 pesetas, o de una peseta, con las que te podías comprar bolsas de pipas y regaliz, en las que se leía aquello de "caudillo de España por la G. de Dios". La G. me la tuvieron que explicar: "gracia". En algún momento llegué a pensar que podía ser la "guerra", a la luz de las explicaciones que me daban en el colegio sobre la cruzada contra el comunismo que había sido la Guerra Civil. Y las cruzadas, ¿no eran las guerras contra los infieles? Ya ven que, en ocasiones, la historia se vuelve algo confusa. Y andaba también liado con el propio vocablo "caudillo", puesto que me parecía que aquella palabra terminada en "illo" resultaba algo menospreciativa para un general invicto y glorioso. Luego supe que aquello era un diminutivo de un vocablo latino que designaba a la cabeza, caput. Y más tarde se aceptó que un caudillo era un dictador político.

Para entonces el que aparecía en los duros había sido sustituido por un monarca o rey, y el de G. de Dios estaba enterrado. Y además ya no había un caudillo militar, sino que teníamos diversos caudillos (hombres que encabezan algún grupo, según segunda acepción del vocablo en el diccionario). Claro que no los llamábamos caudillos, por la mala fama derivada del vocablo, sino secretario general, presidente, jefe o líder, incluso hasta había un jefe o líder de la oposición. Este último era algo así como un aspirante a caudillo.

Avanzando 83 años desde aquel primero de octubre, por la G. del voto de los españoles, tenemos un conflicto tremendo. Ya no sabemos si hay uno, dos o tres caudillos de la derecha. Y en la izquierda me temo me faltarán dedos de una mano para contar los 'cabecillas'. Y estoy en la esquizofrenia de que, además, se llamen 'Unidas' y 'Más' ¿No sería mejor llamarlos 'Divididas'? En definitiva, la clase política anda a la gresca por encabezar (es decir ser la cabeza, la caput) y arrogarse el derecho de gobernar para solucionar los problemas reales del país. He llegado al convencimiento de que no están en eso de solucionar nada y por tanto, en la búsqueda de caudillos, optaré por abstenerme. Por la G. Vale.

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