Buscando soluciones

Nunca había sentido este estado de estrés continuo, estas ganas de que venga alguien y aporte raciocinio y madurez

Recorriendo este camino que tocó vivir, hay veces en que tanta noticia nos sobrepasa, nos desborda, y nos deprime. No. No se trata de titulares sensacionalistas, porque no lo son. Alguien me dirá: es que ahí esta la noticia. También es cierto. Otros optarán por recordarnos que no se puede esconder la realidad, por muy dura que sea. Lo sé. También es cierto. Todo es cierto y aquí no se trata de encontrar chivos expiatorios, que permitan liberar la tensión acumulada. Lo anticipo. La culpa es mía. Y de muchos como yo. Soy el único autor del desbordamiento intelectual que supone vivir rodeado de noticias de positivos, hospitalizados y muertes. No niego la necesidad de ser conscientes y precavidos ante el riesgo en que vivimos. No niego la necesidad. Ni la responsabilidad colectiva que resucita cuando vemos comportamientos irresponsables como los que hemos visto en televisión. Pero en mi caso, sufro. Sufro con el dolor de esta colectividad. Sufro con el padecimiento. Sufro. Y tengo miedo por lo que tuvimos y hoy corre riesgo de destruirse y socavarse. Insisto. Nunca había sentido este estado de estrés continuo, estas ganas de que venga alguien y aporte raciocinio y madurez. Y tumbe la curva.

Tampoco estoy dispuesto a demonizar a nadie. El riesgo de tragarse a diario los telediarios es que generalizan lo que quizás sólo pudo ser imagen de un momento. Es verdad que nos ayuda a pensar lo que podemos y debemos hacer. Pero esa, la de los telediarios, no es la calle. No al menos la que yo a diario transito. Veo una sociedad responsable, una sociedad que transita donde debe, una sociedad que en su mayor parte aceptó sin condiciones el autoconfinamiento, a pesar del riesgo que también supone el que nuestros hijos pierdan esa necesidad de compartir y vivir con normalidad en su grupo de iguales.

Ayer conocí alumnos de este distrito universitario que en Melilla solicitan que sus clases teóricas se realicen exclusivamente de forma telemática, con objeto de evitar riesgos de contagio. En Granada, el cierre se prolonga. Creo, siquiera por una igualdad mal entendida, que la propia Universidad debería procurar aplicar el mismo criterio en todas sus aulas. Las cifras allí no son mejores. Curioso. Tanta discusión y al final resulta que la mayor parte de nuestros universitarios resultan ser incluso más responsables que gran parte de nosotros.

Desconectar. Con responsabilidad. Pero desconectar. Son demasiadas las personas a quienes este drama está afectando en su fuero interno. Tanto dolor, tan cercano, tan rotundo, tan fuerte. Debe ser normal que termine afectando a todos en nuestro fuero interno. Dolor por el presente. Dolor por el futuro incierto. Soy de los que creen que la administración debe actuar con el apoyo y la complicidad de todos. Es momento de olvidar egos y apostar por los mejores en todos los sectores sanitarios, económicos, educativos, sociales... Es mucho lo que hay en juego como paÍs. Demasiado. Adoptar medidas sin que tiemble el pulso. No nos jugamos las próximas elecciones. Esto no va de eso. Esto va de vida, miserias y personas que no encuentran soluciones. Y no estamos acostumbrados a ello.

Y a nuestros medios de comunicación, desconozco lo que será mejor. Lo único de lo que estoy seguro es lo que a diario vivimos y sentimos a todas horas. Nada más. Nada más.

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