Señales de humo

José Ignacio Lapido

Butifarras

UNA buena fotografía periodística ha de tener la suficiente capacidad narrativa como para contarnos una historia completa, con su planteamiento, su nudo y su desenlace. Cuando esto sucede, la impresión que recibimos es doblemente satisfactoria: contemplamos un trabajo -el del fotógrafo- bien hecho y nos ahorramos la lectura de la noticia que ilustra. El otro día se publicó en este diario una foto de esas características: Rajoy, durante un acto electoral en Cataluña, con delantal y pinzas en mano, delante de una parrilla asando butifarras. No hacía falta nada más. La instantánea resumía a la perfección el espíritu de las elecciones al parlamento europeo. El fondo y la forma. Lo que podemos esperar de ellas y lo que los políticos nos ofrecen: butifarras.

Mi antigua sugerencia de prohibir las campañas electorales -por costosas e inútiles- está más justificada si cabe a escala europea: nadie ha dicho ni pío de nada concerniente al objeto de la votación. Aquí se ha hablado del Falcon, de la niña de Chaves, de los trajes de Camps, de la gripe A, del aborto y de la pederastia. El video del PSOE causa vergüenza ajena. Más o menos viene a decir que o ganan ellos o aquí se declara el IV Reich. En cambio, lo que suelta por su boca el candidato del PP causa sonrojo a propios y extraños. Su campaña bien la podría haber hecho en los púlpitos y eso que nos hubiéramos ahorrado en logística. Su inexistente mensaje europeísta se hubiera entendido exactamente igual con la precaria megafonía de las iglesias que con las carísimas escenografías que se gastan. Dicen algunos analistas que ésta es la peor campaña que recuerdan. No lo creo, he releído la columna que escribí hace cuatro años con motivo de los anteriores comicios y aquella campaña no difería mucho en lo sustancial: bostezos, acusaciones cruzadas y vacío total de propuestas.

Atentos al disparate: a López Aguilar le han pedido sus asesores de imagen que no utilice tantas oraciones subordinadas, que no razone tanto sus propuestas. Por lo visto eso no da bien en televisión: hasta ese grado de estupidez hemos llegado. Por su parte, Mayor Oreja nos ha sacado de dudas: va a misa en coche oficial. Teología de la locomoción.

Entra dentro de lo lógico que el partido que sustenta al Gobierno de un país que ha superado los 4 millones de parados pierda unas elecciones, con más razón si éstas no interesan a casi nadie, pero ¿en estas circunstancias sería satisfactorio para el PP ganar por un escaso margen? Mariano, que ha unido su destino al de Camps y Fabra, necesita una victoria aplastante para poder seguir asando butifarras en un futuro o corre el riesgo de ser él, como san Lorenzo, el que sea colocado en la parrilla.

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