La debilidad del Gobierno de la nación acentúa la frágil posición del PSOE andaluz ante el 19-J. La marca nacional no podrá ayudar a Espadas como lo hizo con Borbolla o Chaves en el pasado, sino que será una rémora. Afortunadamente, desde 2008 no ha vuelto a haber elecciones generales y autonómicas en simultáneo, a las que se aficionó el aparato socialista regional, que evitaban un debate serio sobre la realidad y el futuro de Andalucía.

El PSOE nacional llega a esta cita con una preocupación mayor, su supervivencia. Tanto que ha soltado lastre para reconciliarse con sus socios independentistas tras reconocer el CNI que espió 18 dirigentes catalanes con mandato judicial. El término cabeza de turco viene de la época de las cruzadas; tiene mil años mal contados. No son las cruzadas vistas por los árabes de Amin Maalouf, sino al contrario la versión cristiana más integrista. Para los cruzados era una hazaña cortarle la cabeza a un turco. La exhibían ensartada en una pica y los soldados acusaban a la víctima de todos los males.

En España, el presidente ha practicado una variante de género, la cabeza de turca, para mantener la mayoría parlamentaria de la que es deudor: ha cesado a la directora del CNI como le exigían los ultranacionalistas. La estampa política de la semana ha sido la del independentismo pidiendo responsabilidades por el espionaje a sus redes secesionistas. Junqueras, Aragonés, Rufián y los de Junts han repetido enfáticamente que esto "¡no puede volver a pasar!". Una reclamación que choca con la amenaza de su campo: "lo volveremos a hacer".

Ese volverlo a hacer, se supone que sería incumplir de nuevo el Estatut y la Constitución, violar el reglamento del Parlament, aprobar leyes de desconexión con España o de creación de la República y declarar la independencia de Cataluña. Los líderes del procés manifiestan con grandilocuencia que el estado no les puede espiar. Lo que supone dejar los recursos de las instituciones en precario. Abrumada también ha quedado la ministra de Defensa, incapaz de impedir el cese de su directora del CNI, e incluso incapaz de admitir que fue defenestrada.

La destitución se supone que es por los fallos de seguridad en las comunicaciones del Gobierno. El sospechoso anuncio de que hace un año se jaquearon los móviles del presidente y de los ministros de Defensa e Interior, apunta a la autoría de Marruecos. Pero no se ha hecho reproche alguno al vecino alauita. Cuca Gamarra ha retratado bien la situación en la sesión de control al Gobierno del miércoles. Primero ha establecido que Puigdemont, Junqueras y Otegi quieren a Sánchez al frente del Gobierno de España porque con él son más fuertes. Y después ha advertido al presidente de que no se equivoque, porque sus socios políticos no le eligen por su valía, le quieren por su debilidad. Y esa fragilidad poca ayuda proporcionará a Espadas dentro de cinco semanas.

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