Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

Calima informativa

Hay quienes dicen estar de parte de los 'buenos' ucranianos, para sentirse ellos buenos

Huyendo del dolor y del miedo a la rojiza y asfixiante calima informativa que nos cubre, entré en la sala de conferencias del Ateneo granadino. El título de la charla era muy atractivo: De Granada al espacio: explorando el sistema solar. Embarcamos con la doctora Olga Muñoz, del Instituto Astrofísico de Andalucía, en la sonda espacial Huygens y aterrizamos en Titán, la gran luna de Saturno. Allí también se da la calima. La investigadora nos explicó con detalle los efectos de este polvo de las estrellas en la atmosfera de Titán. Es cosa sabida que los humanos, cuando esto se pone irrespirable, soñamos con alejarnos de la tierra en globo o en naves espaciales propulsadas por cohetes, iniciando una sedante odisea por el espacio. Pero el viaje espacial del Ateneo solo duró una hora. De vuelta en Granada, la tormenta de polvo que caía sobre la ciudad nos manchó la ropa de un barro rojizo. Al llegar a casa, todo a la lavadora. Pero no es tan fácil sustraerse de la calima informativa que ensucia a diario de horrores nuestras vidas. La guerra invade los medios. Y huyendo del conflicto, muchos nos refugiamos en las series, los deportes y otras distracciones. Durante todo el segundo semestre del 1936, en plena Guerra Civil, la revista Lecturas, editada en Barcelona y Madrid, no publicó nada sobre la desolación que el sangriento golpe de Franco estaba provocando en España. Este magacín era el suplemento literario de El Hogar y la Moda. Iba dedicado a mujeres de clase media. En un blog prorruso de Crimea, rebosante de noticias culturales y de propuestas de ocio y turismo, no hay la menor referencia a la guerra. Y, este humilde columnista, paralizado por la magnitud de la catástrofe, no se ve capaz de escribir un sesudo artículo sobre la contienda. No me costaría nada ponerme de parte de los 'buenos', y seguir sintiéndome habitante del lado luminoso de la vida. Enrarecer más la atmósfera. Quizá haya lectores que esperan mi opinión. Siento muchísimo decepcionarles. La mayor parte del tiempo -arropado en mi manta, disfrutando del privilegio de un pan y de un techo-, juego a no enterarme de lo que pasa. Solo alcanzo a decir sobre la agresión salvaje que padece Ucrania que cuando acabe la guerra, entre los vencidos, el pueblo llano pasará hambre y que entre los vencedores el pueblo llano la pasará también.

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