Camino del Polvorín

Si queremos mojar la pólvora para que no explote debemos invertir más en sanidad y cuidar nuestros ecosistemas.

Subiendo por el camino del Polvorín y tras andar un buen rato se llega hasta el pueblo del Fargue y a su elemento más conocido: la fábrica de pólvora. El polvorín del Fargue tiene en común con todos los polvorines su propensión a estallar y lo ha hecho al menos en tres ocasiones (1935, 1958 y 1998), con el resultado de varios trabajadores muertos y heridos. Ya que algunos aprovechan estos días para colar metáforas bélicas y arengar a la "guerra" contra el coronavirus, conviene rescatar la metáfora completa y recordar no solo el lado épico de la guerra. Pues las guerras, y los preparativos para las guerras, tienen también su lado siniestro: están, por ejemplo, las explosiones de los polvorines y están los "daños colaterales".

La expresión "daños colaterales" invoca los efectos no intencionales de una acción armada. También sugiere que esos daños deben de ser menores que los producidos deliberadamente al ejército enemigo. Sin embargo, en las llamadas por Mary Kaldor "nuevas guerras" las víctimas civiles suponen más del 80 por ciento de las personas fallecidas y la población civil se convierte en el principal objetivo militar. La expresión "daños colaterales" resulta ser, pues, un eufemismo que disimula las consecuencias reales y las verdaderas intenciones de las guerras.

Si "guerra" puede utilizarse metafóricamente, también "daños colaterales". Así, Zygmunt Bauman denunció la pobreza y la desigualdad como daños colaterales del capitalismo. También la "guerra" contra el coronavirus trae sus daños colaterales. Hay quien aprovecha que la mayoría está pendiente de la pandemia para colar sin discusión lo que en otras épocas sería motivo de escándalo. Por ejemplo, la Junta de Andalucía ha modificado, por la vía de urgencia, 21 leyes, seis decretos y otras diez normas legales, produciendo una considerable desregulación medioambiental y una mayor liberalización de la economía.

La Junta ha justificado la urgencia por la necesidad de contrarrestar los efectos del Brexit y del coronavirus. Pero el polvorín del coronavirus lo han alimentado un continuado desprecio al medioambiente y unas políticas neoliberales que han debilitado la sanidad pública. Si queremos mojar la pólvora para que no explote debemos invertir más en sanidad y cuidar mejor nuestros ecosistemas. En cambio, el Gobierno de la Junta avanza camino del polvorín con las antorchas encendidas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios