LA noche de fin de año la pasé con unos amigos y sus hijos. Como hacemos siempre, pusimos la televisión para ver las campanadas, y mientras zapeábamos, descubrimos horrorizados a Isabel Pantoja, con Paquirrín y Jorge Javier Vázquez, en una especie de decorado gótico de Telecinco. Como ninguno de nosotros es masoquista, ni tampoco sufre desequilibrios psíquicos ni anomalías genéticas irreparables, cambiamos horrorizados de cadena, pero aún tuvimos tiempo de comentar que Isabel Pantoja está sometida a una investigación judicial, ya que está imputada en el caso Malaya por una grave acusación de blanqueo de capitales. O sea, que Telecinco nos deseaba un feliz año por boca de alguien que está acusada de haber contribuido con sus delitos a que el año que empieza no sea nada feliz para muchos de nosotros, condenados a pagar más impuestos y a trabajar más horas y a recibir muchas menos prestaciones sociales. Mil gracias, Telecinco.

Pero la noche no había terminado aún. Y después de comernos las uvas -todos nos atragantamos cuando alguien gritó que se había encontrado una uva decorada con la cara sonriente de Paquirrín-, los niños pusieron los especiales de Nochevieja. La primera imagen que vimos fue la de Ana Torroja en el programa especial de TVE, cantando a dúo con los Hombres G de David Summers. En principio, aquella actuación no tenía nada de insólita, hasta que alguien nos recordó que Ana Torroja está imputada en un caso muy grave de evasión de impuestos y está acusada de haber defraudado más de 600.000 euros a través de una compleja trama de sociedades interpuestas que desviaban el dinero a paraísos fiscales. Y entonces comentamos que TVE, a diferencia de Telecinco, es una cadena pública que se financia con dinero público. Telecinco puede encargarle las campanadas a un asesino en serie o a un orangután -quizá no falte mucho para que lo haga-, ya que se financia con sus propios ingresos, pero TVE se financia con dinero de nuestros impuestos, esos mismos impuestos que al parecer se olvidó de pagar Ana Torroja, según dice el sumario del caso Relámpago. Mil gracias, TVE.

Una crisis como la que estamos viviendo exige una gran altura moral por parte de quienes nos gobiernan. Si los que dirigen el país quieren que los ciudadanos aceptemos los sacrificios brutales que se nos van a imponer, nos deben demostrar con toda claridad que están en contra de todas las corruptelas y de todas las conductas improcedentes. En estos momentos no es posible ni la indiferencia ni la ambigüedad. O damos ejemplo en todos los ámbitos de la vida (también en la televisión) o estamos perdidos. Acabo de leer que las campanadas de Telecinco tuvieron más de tres millones de espectadores. Estamos perdidos.

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