EL sábado amanecía pletórico, vaya, como si a Gerardo Girón lo hubieran nombrado director general del ente televisivo autonómico. Por la mañana, reportajes del equipo universitario de voley, correspondientes a su participación en la fase final de la Copa del Rey, y después la sesión doble, como en el cine. A las 16.30 horas el Granada CF, el histórico, en la misma ciudad en la que un empate entre los mismos contendientes llevó a los dos a ascender a Segunda A. Quedan lejos esos sueños y esos recuerdos. La realidad ahora es bien distinta.

Lamentable el espectáculo de los profesionales del Algeciras intentando llamar la atención de la España fútbolera, colocándose de rodillas y posteriormente adoptando una postura de muertos. Son situaciones penosas de las que en Granada somos expertos, por desgracia.

El análisis técnico nos dice que, sin duda, lo mejor fue traerse los puntos. Por lo demás, hay que señalar que se dio más de lo mismo, es decir, los jugadores que quieren y se entregan, un entrenador que sigue fiel a su filosofía futbolística, lo que es de alabar, y sigue trasmitiendo sus ideas a unos jugadores que no tienen mucha culpa de lo malo que suele ocurrir en el terreno de juego. Mi duda es si el sistema no se adapta a los jugadores, o bien si esos jugadores no son los idóneos para jugar de esa manera. Una vez más hay que destacar la presencia de seguidores rojiblancos en unas gradas casi vacías.

La siguiente pelicula era la del Granada 74, y verdaderamente las primeras imagenes me dejaron deprimido, al ver las butacas vacías del Escribano Castilla en un partido televisado y además de rivalidad.

El partido no fue para enmarcarlo ni recordarlo. Desde el punto de vista local, desgraciadamente hay que aceptar que el sueño del ascenso está muy lejos y ahora la tarea importantísima de los de Carlos Marsá es la de no tirar la toalla, realizar el mejor fútbol que se pueda y tratar de buscar el escenario más cercano posible a la capital. Y que me perdonen una vez más los motrileños, pero soy de los convencidos de que la situación actual es inaguantable durante mucho tiempo más. ¡Que llueva mucho en forma de cordura!

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