Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

Canción triste de Hill Street

A veces, cuando no se me ocurre nada, echo mano de los comentarios que algún amigo deja en mi muro de Facebook

Para algo me tiene que servir el Facebook. Por ahora no ha conseguido mejorar mi disléxica ortografía (en el artículo anterior, escribí bicho con 'v'), pero sí me ayuda, cuando no estoy muy despejado, a redactar mi artículo semanal con pecios de mi muro. Y así me aprovecho de los comentarios de alguno de mis amigos. Lúcidos, inteligentes y tremendamente ingeniosos. La hora más peligrosa para el que habita el Facebook es la del despertar. Sin incorporarte, coges la tableta y escribes en tu muro lo primero que se te viene a la cabeza. Por muy disparatado que resulte. A veces, recuperada en parte la conciencia y la sensatez, vas y lo borras. Todavía no he borrado esto que escribí ayer por la mañana: "Con frecuencia, oigo decir que no hay cosa más tonta que un obrero, un emigrante, un parado o una mujer, votando a Vox. A mí también me sorprende este contradiós, pero, inmediatamente, me ronda por la cabeza la idea de que no hay cosa más tonta y perniciosa que unos políticos, teóricamente de izquierdas, colaborando con su incapacidad e ineptitud a que toda esa gente termine votando a Vox". Un buen amigo comentó al momento: "Y a mí me ronda la idea de que la idea que le ronda a usted en la cabeza es una idea tan cierta y pilonga como la tierra que piso...". "Buenos días, querido amigo", le contesto, "a los viejos izquierdistas ya no nos dejan ser lo que éramos estos niños pilongos de ahora". "¡Y que lo diga usted", se me lamenta, "no somos nadie, pero seguimos vivos y con muchos riles!". Lo de los riles me exalta y me pone intenso y saco lo más florido de mi añejo repertorio revolucionario: "¡Viva el internacionalismo proletario", le digo, "y que les den a los nacionalismos burgueses y a otras satrapías!". Y nada más escribirle lo anterior, siento un alivio infinito. No menos encendido, mi amigo, explota: "¡Sí, señor!, ¡ya está bien de melindres y güevadas! ¡El burgués al hoyo y el currante al bollo!". "Ojalá", le respondo, "pero el horizonte revolucionario se aleja. El futuro ya no es lo que era. Con sobrevivir, nos daremos con un canto en los dientes. La escuela tendrá que preparar a los jóvenes para un porvenir incierto, y advertirles: "Tened cuidado ahí fuera". Lo mismo que el sargento de la mítica serie de TV Canción triste de Hill Sreet decía sus muchachos, antes de que se tiraran a las calles, a jugársela.

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