Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

"Yo soy Candel"

Candel y los críticos proponen soluciones sensatas, pero los 'cuerdos' los ignoran y se niegan a dialogar con ellos

La locura es una convención; la cordura, también, por más que vista traje de chaqueta y se guarezca en un despacho oficial. Hasta ahora he oído a muchos de los críticos con Spiriman descalificarlo por su histrionismo y su aspecto, pero pocos han contestado con argumentos a sus postulados. Tanto ellos, como los responsables políticos que han convertido la sanidad granadina en un caos, parecen intelectualmente incapaces de despojar al personaje de la gorra, las gafotas y la barba, de desnudarlo hasta dejarlo sólo con una bata blanca y que aparezca la persona, el doctor Candel. Tampoco han comprendido que Candel encarna las frustraciones y los deseos de las decenas de miles de granadinos que lo arropan. Como en la escena postrera de la soberbia película de Kubrick en la que, para ocultar a su líder, todos los esclavos derrotados se ponen de pie y gritan "¡Yo soy Espartaco!" cuando un oficial romano promete el perdón a quien lo identifique, las personas que acudieron a su llamada para manifestarse hace apenas tres semanas y concentrarse el sábado en el Paseo del Salón son ya el doctor Candel. Todos son Candel. Todos piden algo razonable que ha verbalizado este médico de Urgencias a media jornada: la vuelta de la situación de 2013; la existencia de dos hospitales completos, o casi; el fin de los recortes o la permanencia de especialistas en Urgencias durante las 24 horas del día. No he observado respuestas convincentes a esas cuestiones.

En el Consejo Asesor creado por la Junta de Andalucía para acercar posturas, intercambiar opiniones y ayudar a resolver la crisis conozco a once personas, de las cuales siete militan o son próximas al PSOE. También localizo a dos o tres cuya presencia es simplemente inexplicable por innecesaria. Sin embargo, no figura el doctor Candel ni ningún miembro de las plataformas sanitarias que se oponen a la fusión. Candel y los críticos proponen soluciones sensatas, pero los 'cuerdos' los ignoran y se niegan, no ya a incluirlos en el Consejo, sino, simplemente, a dialogar con ellos. ¡Eso sí que es de locos! Como lo es suprimir a los especialistas a partir de las 20 horas, con la esperanza de que el dolor y el riesgo descansen de noche. O instalar una sola cocina en el hospital del PTS para abastecer a centros situados a diez kilómetros y no imaginar que el día que caigan cuatro gotas los enfermos almorzarán a la hora de la merienda.

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