Ahora que el alcalde de Sevilla -ese que dice que "los sevillanos no podemos seguir siendo tan ombliguistas o chovinistas pensando que tenemos la ciudad más bonita del mundo, que lo es", y al que le gustaría que "Sevilla fuese una ciudad diversa y feminista"-, ha resucitado la vieja reclamación de la Ley de Capitalidad para la ciudad hispalense, se me antoja más que nunca que la capital de esta falaz autonomía debería pasar a Antequera, más cercana a sus 87.599 km² y sus 8.476.718 habitantes.

De modo, que, encima de que Sevilla es la capital administrativa de Andalucía y que no tiene nada más que ventajas por ello, beneficiándose de tener miles de funcionarios adicionales, ahora quiere otra compensación económica más por esa capitalidad administrativa, o sea, más ventajas todavía.

No le basta con los extraordinarios beneficios económicos que le reportan esos miles de funcionarios autonómicos que tiene por acoger los servicios centrales y que disfrutan de un nivel salarial más alto que los funcionarios del resto de provincias, pese a tener el mismo rango administrativo, ahora Sevilla quiere más, quiere un paraguas legal para dotarla de una mayor independencia en competencias y financiación, quiere un tratamiento legal que asegure una línea de financiación extraordinaria y quiere asumir competencias autonómicas con incidencia local. Capricho administrativo y económico que comportaría un enorme costo adicional que pagarían todos los andaluces para beneficio exclusivo de Sevilla.

Si lo que quiere es más dinero porque más población utiliza los servicios de Sevilla, esto también ocurre en el resto de ciudades, que no andan buscando cómo sacarles más dinero a los ciudadanos con tales ocurrencias, como si ya no nos sacaran todo lo que pueden con IBI, tasas, impuestos, multas… Todos los Ayuntamientos tienen problemas económicos por mala gestión del dinero público, pero los socialistas son únicos para inventarse impuestos.

Además, la cuestión del status especial de capitalidad deberían haberlo abordado en su origen los creadores de esta falaz autonomía, que encima parte de un feroz centralismo radicado en Sevilla, disfuncional e ineficiente, y que ha comportado la ruina de muchos territorios de Andalucía.

Craso error, porque la descentralización administrativa hubiera propiciado un mayor equilibrio territorial y una mejor vertebración del territorio, lo que ahora es inexistente. Y es que la avaricia centralizadora de Sevilla va a acabar por romper este ruinoso saco…

El alcalde de Málaga ya se ha opuesto a este nuevo capricho y prerrogativa para Sevilla, ¿dónde estás Paco Cuenca cuando hay que defender los intereses de Granada y los granadinos?

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